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Llovían escombros. Al volver la cabeza vió su castillo transformado. Acababan de robarle medio torreón. Las pizarras se esparcían en menudos fragmentos; los sillares se desmoronaban; el cuadro de piedra de un ventanal se mantenía suelto y en equilibrio como un bastidor. Los maderos viejos de la caperuza empezaron á arder como antorchas.

De estas canteras sacaron los ex-jesuitas algunas columnas de cuatro y aún más varas de largo, muy sólidas y de superficie muy igual; en algunas son las piedras de la propiedad de las pizarras, compuestas de varias vetas que se desunen con mucha facilidad, formándose lozas de superficie tan igual que no es menester labrarlas.

Y concluye estampando que las armas del linaje de los Pizarro son: «escudo de oro y un pino con piñas de oro, acompañado de dos lobos empinantes al mismo y de dos pizarras al pie del trono». Estos genealogistas se las pintan para inventar abolengos y entroncamientos. ¡Para el tonto que crea en los muy embusteros! Acerca de la bandera de Pizarro hay también un error que me propongo desvanecer.

Por lo pronto, el enorme peso de la montaña, igual á centenares de millares de toneladas, gravita tan poderosamente sobre las rocas inferiores, que da á muchas de ellas aspecto bien distinto del que tuvieran al salir del mar. Poco á poco, bajo la formidable presión, las pizarras y otras formaciones esquistosas se disponen en hojas.

Solamente a la parte opuesta de Villanueva y en un repliegue del llano había algunos árboles más numerosos formando a la manera de pequeño parque en derredor de una vivienda de cierta apariencia. Era una construcción de estilo flamenco, alta, estrecha, salpicada de raras ventanas irregulares y flanqueada de torrecillas con aguda techumbre de pizarras.

Su desconsuelo se manifestaba a cada instante, ya cuando encontraba una bandada que iba al colegio, con sus pizarras al hombro y el lío de libros llenos de mugre, ya cuando le salía al paso algún precoz mendigo cubierto de andrajos, mostrando para excitar la compasión sus carnes sin abrigo y los pies descalzos, llenos de sabañones.

Todas las casas que veía se le antojaban la villa Dandolo, pues en realidad se parecen mucho unas a otras en la isla. Cuando el cochero le señaló un tejado de pizarras oculto entre los árboles, se apretó el corazón con ambas manos. Consultaba con gran atención la fisonomía del paisaje para ver si le anunciaba la gran noticia que ardía en deseos de conocer.

¿Y están bien seguros de haber puesto en claro el origen de la propia montaña? ¿Viendo todas esas rocas, asperones, calizas, pizarras y granitos, podemos contar cómo se ha acumulado la masa prodigiosa, cómo se ha erguido hacia el cielo? ¿Podemos nosotros, pigmeos débiles, contemplándola en su soberbia belleza, decirle con el orgullo consciente de la inteligencia satisfecha: «La más chica de tus piedras puede aplastarnos, pero te comprendemos, y conocemos tu nacimiento y tu historia

Sobre aquellas almenas había un cuerpo de edificio coronado por una montera de pizarras; en aquel cuerpo de edificio, había una ventana: en aquella ventana el viento ondeaba un pañuelo encarnado. ¡Oh! ¡la señal de muerte! exclamó el bufón.

En todos los lugares donde se encuentran rocas silurianas, representadas por pizarras azulinas, puede afirmarse la existencia del oro; pues que este metal, cuando se halla en el fondo de los valles, proviene de la denudacion geológica de esas rocas.