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Era cierto: la misma constitución endeble de Pilar, ofreciendo menos campo al mal, retrasaba la crisis funesta de su padecimiento; y así como el huracán, que desgaja encinas, sólo encorva las cañas, la tisis entraba con ímpetu menor en aquel cuerpo linfático, que lo hiciera en uno sanguíneo y pujante.

Con maravillosa rapidez apartó Juanita sus manos y su cuerpo del cuerpo del enemigo, derribado, y quedó erguida sobre él, con la rodilla derecha en tierra y con la rodilla izquierda sobre el estómago y el pecho de don Andrés, donde pesaba y oprimía como pujante prensa de hierro.

Pues a esta sensación perturbadora añadíase al presente una inquietud vaga, no exenta de voluptuosidad, que me apretaba la garganta y me producía un cosquilleo grato. Pensaba en los ojos de la hermana San Sulpicio. Y como si el tren, con su marcha pujante y vertiginosa, me dotase del poder que me faltaba para hacerla mía, sentíame feliz hasta llorar.

Un violento impulso de noble ira se levantó pujante en su corazón, y hubiera querido arrancar del todo a la infeliz su secreto, no sólo para remediar su dolor, sino también para vengarlo.

Sólo dos cosas bonitas había en ella: los dientes, que eran blanquísimos, y la voz pujante, argentina, con vibraciones de sentimiento y un dejo triste que llenaba el alma de punzadora nostalgia. «Esto que tiene carácter» pensaba Moreno oyéndola, y durante un rato tuviéronle encantado las cadencias graciosas, aquel amoroso gorjeo que no saben imitar las celebridades del teatro.

El estrépito de las armas no pudo acallar su musa, puesto que la afición á la poesía, siempre viva en su pecho hasta en las cárceles de Argel , se despertó entonces más pujante. A pesar de su vida militar agitada, había escrito una novela pastoril, titulada la Galatea, en la cual revela poca originalidad, é imita, no del todo felizmente, las obras de Gil Polo y de Montemayor.

Madrid, que hoy empieza á ser conocido en toda Europa, es una gran capital que de nada carece: cielo espléndido, sociedad finísima y fácil, vida literaria pujante y fecunda, once teatros públicos, donde tienen su templo todos los géneros de la comedia, la música y el drama: artistas, literatos, filósofos, academias, museos: caminos de hierro á diferentes ciudades de importancia, abundancia de recursos literarios, paseos admirables, monumentos, calles y plazas como las de las primeras capitales de Europa, diferentes líneas férreas comenzadas que le darán una inmensa importancia dentro de cuatro á cinco años que todas estarán terminadas, movimiento periodístico inmenso, animacion, fisonomía, grandeza.

Don Rosendo continuaba cada vez más pujante y empeñado en su campaña periodística. Introducía en el Faro todas aquellas formas y maneras que observaba en la prensa nacional y extranjera, particularmente en la francesa. Pero donde más se distinguía era en las de mercados. No es fácil representarse la destreza con que manejaba, traía y llevaba los cereales, los aceites, los caldos y los arroces.

El sol se ponía lentamente en medio de la tranquilidad otoñal del paisaje. De improviso el marqués soltó una carcajada. Era su risa, como suya, vigorosa y pujante, y, más que comunicativa, despótica.

Otro aviso bien dirigido llegaba entre tanto á los de Espejo. Pujante fué la acometida: valerosa, heróica la resistencia. La presencia del señor de Montemayor engrandecia los corazones y comunicaba á los sitiados sobrenatural aliento.