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Allí era donde más intolerable resultaba el olor de alcohol. Parecían impregnados de él los alientos y la ropa de toda la gente. Vió Batiste á Pimentó y á sus contrincantes sentados en taburetes de fuerte madera de algarrobo, con los naipes ante los ojos, el jarro de aguardiente al alcance de una mano y sobre el cinc el montoncito de granos de maíz que equivalía á los tantos del juego.

Representaban unos á los Reyes de España, y otros eran de asuntos de devoción; pusiéronse faroles encerados y canceles ricos claveteados de tachuelas de latón doradas, colgaduras de terciopelo y tapicerias, invirtiéndose en el adorno de los aposentos siete bufetes, un escritorio, doce sillas de terciopelo bordadas, veinticuatro que no lo estaban, seis taburetes, «quatro payses» un sahumador y dos alfombras grandes.

Luego se iban los dos, según su estado de fortuna, a comer lomo barato y cordero tierno en un «horno de asados» de los Cuatro Caminos, o gallinejas preparadas en los puestos inmediatos a Punta Brava. Comían al aire libre, en una mesita redonda pintada de rojo, sentados en duros taburetes.

Las pilastras blancas sostenían una parra vetusta, que daba sombra á tan vasto espacio, y apilados á lo largo de un lienzo de pared, taburetes y mesitas de cinc, en tan prodigiosa cantidad, que parecía haber previsto Copa la invasión de su casa por la vega entera.

Dentro de la tienda un mostrador de cinc, toneles y botellas, mesas redondas con taburetes de madera, y en los muros numerosas estampas de colores representando toreros célebres y los lances más salientes de la lidia. Tomaremos unos «chatos» de Montilla dijo el Pescadero llamando a un joven que estaba tras el mostrador y sonreía al ver a Gallardo.

El invernáculo era otro gran salón de cúpula, ofreciendo magnífico conjunto de enormes jarrones azules realzados por adornos de oro, dobles cajas de plantas, estatuas medio ocultas bajo el ramaje, divanes rodeados de taburetes, y banquillos esparcidos bajo los grandes abanicos de las palmeras, de los bejucos colgantes con sus pálidas flores color de cera, y de las hojas barnizadas y espesas corolas blancas de las magnolias.

En los muros, tapizados de un verde oscuro rameado de otro más claro, veíanse algunas cornucopias enormes con figurillas grabadas en el cristal. Un par de cuadros religiosos, de dudoso dibujo, ocupaban el testero principal, y bajo ellos, rodeado de taburetes cojos, había un sofá raído y destrozado por el roce continuo con pedigüeños impacientes o canónigos de gran peso.

Por fin el hombre que les había proporcionado los taburetes exclamó, mirando a lo largo de la calle: Agora llega la morisca que hechizó al mancebo cristiano. Todas las bocas callaron. Aixa avanzaba lentamente, con las pupilas fijas en el cielo.

Yo espero que ella será agradecida á tanto honor, y sabrá corresponder á él con su buena conducta. Pero, es preciso corregirse, niña dijo Paz; y si es verdad lo que el señor Elías nos ha dicho de usted ... y verdad debe ser cuando él lo dice.... Siéntese usted. Los dos visitantes se sentaron en dos taburetes, magníficas joyas del siglo decimoséptimo.

Ramiro esperaba impaciente a la puerta de la posada. Domingo de Aguirre había prometido venir a buscarle para asistir juntos al auto. Poco después, uno y otro, describiendo largo rodeo, entraban a la plaza por la Calle Ancha, contando presenciar desde allí el desfile de la procesión. De una ventana baja, un caballero que reconoció a Domingo de Aguirre les ofreció dos taburetes.