United States or Romania ? Vote for the TOP Country of the Week !


En su casa se entretenía con el hijo, resucitaba los proyectos de trabajar..., ¿pero en qué? Convencíase pronto de que era imposible; sonaba la campanilla de la puerta anunciando acreedores que entraban fieros como leones; y a los tormentos de zozobra y vergüenza seguían horas y noches enteras de tristeza y desaliento.

De aquí que no fueran generales, aunque muy nutridos, los aplausos que acogieron la proclamación del rey de armas, anunciando los nombres y títulos de los caballeros ingleses que estaban prontos, "por su Dios, por su patria, por su rey y por su dama," á combatir contra cuantos hidalgos les hiciesen la honra de romper lanzas con ellos.

Hacia aquel ejido, en el cual había un poste con letrero anunciando venta de solares, caían las tapias de la huerta del convento, que eran muy altas. Por encima de ellas asomaban las copas de dos o tres soforas y de un castaño de Indias.

Los avisos anunciando que no se expendían billetes para determinadas poblaciones del Norte indicaban cómo iban cayendo éstas, una tras otra, en poder del invasor. El empequeñecimiento del territorio nacional se efectuaba con una regularidad metódica, á razón de cincuenta kilómetros diarios.

La campana de la iglesia anunciando la oración, se mezcló con los redobles del tambor del tribunal, y los huecos y broncos sonidos del atung-taqui, que sirve para dar los alertas en las avanzadas ó bantayanes de algunos pueblos de Visayas.

5 Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos. 6 Y saliendo, rodeaban por todas las aldeas, anunciando el Evangelio, y sanando por todas partes. 7 Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que hacía; y estaba en duda, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos;

Durante las pausas de la orquesta surgía el sordo y lejano rodar de las hélices levantando un zumbido de espumas; luego, de tarde en tarde, el lento badajeo de la campana anunciando el paso del tiempo, ó el grito del vigía acurrucado en el «nido» del palo mayor, revelando su vigilancia con una melopea igual á la del muecín en lo alto de su minarete.

Las campanas dijeron algo a Isidora, y entró a oír misa en San Luis, en cuya escalerilla se estrujaba la gente. Dentro, las misas sucedían a las misas, y los fieles se dividían en tandas. Unos se marchaban cuando otros caían de rodillas. Allí se persignaba una tanda entera, aquí se ponía en pie otra, y las campanillas, anunciando los diversos actos del sacrificio, sonaban sin interrupción.

Hacía días que se venía anunciando el regreso de las tropas, y mi tía, cuya casa estaba situada en una de las principales cuadras de la calle de la Victoria, aceptando la oferta de su gran amigo correligionario don Narciso, tenía ocupadas a todas las sirvientas de la casa en coser piezas y piezas de coco blanco y azul para adornar los balcones con ellas y con una gran cantidad de banderas y gallardetes de toda clase que le había prestado, según ella contaba, un comisario de policía, gran amigo suyo.

Cerca de la una de la madrugada pasó por la carretera un jinete con menudo trote. Era el «aviso», un rudo pastor que se detenía ante las ventas y las casas iluminadas, anunciando que el encierro iba a pasar antes de un cuarto de hora, para que apagasen las luces y quedara todo en silencio. Este mandato en nombre de la fiesta nacional era obedecido con más presteza que una orden de la autoridad.