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Eso no reza conmigo. ¡Ellos no pueden impedir que esté perdido; no pueden impedir que te odie! Martín lanza un gemido violento y vuelve a caer, como aniquilado, sobre el banco. Siempre he pensado en ellos; siempre me he acordado de que Martín Felshammer es mi hermano.

Me precipito hacia ella; querría acariciarle los cabellos, pero mi valor no da para tanto. Le pregunto qué es lo que la apena, si no quiere tener confianza en , y otras cosas por el estilo. ¡Ah! ¡soy el ser más desamparado, más miserable del mundo! exclama con un gemido. ¿Y por qué? Quiero hacer una cosa... una cosa terrible... y no tengo valor para ello. ¿De qué se trata?

Cuando la señaló por la más bella nadie paró atención en ello, pues cada cual en su imaginación aprobaba lo mismo, y era fácil imaginarse que el gozque estaba ya adiestrado en el donaire; pero cuando la señaló también por estar de boda, y que como queriendo huir de ella y como buscando otra en quien hacer señalamiento, y no encontrándola, volvió a María, y la señaló definitivamente, el gozque dejó entonces escapar un gemido tan lastimoso, que erizó el cabello a todo el concurso.

Amalia la recibió cordialmente, pero mostrando cierta sorpresa e inquietud que Micaela no observó. Entraron en materia enseguida. La cuestión de trapos embargó por completo sus espíritus. Amalia llevó a su amiguita hacia el balcón. Pero no habían hablado muchas palabras, cuando ésta creyó percibir un débil gemido en la misma estancia.

Y el caballo blanco, el rojo, el negro y el pálido los aplastaban con indiferencia bajo sus herraduras implacables: el atleta oía el crujido de sus costillajes rotos, el niño agonizaba agarrado al pecho maternal, el viejo cerraba para siempre los párpados con un gemido infantil.

Boz fue oyda en Rhamá, lamentacion, lloro, y gemido grande: Rachel que llora šus hijos: y no quišo šer conšolada, porque perecieron. Mas muerto Herodes, heaqui el Angel del Señor apparece en šueños

Sólo la voz de Juan vibraba en el silencio de la noche saludando a la Madre de los Desamparados. Y su canto, más que himno de salutación, parecía un grito de congoja algunas veces; otras, un gemido triste y resignado que helaba el corazón más que el frío de la nieve.

¿No te conmueve mi propio peligro? Como continuase muda, acerqué mi rostro al suyo, que procuraba ocultar a mis miradas y vi que tenía los ojos llenos de lágrimas. ¿Lloras porque corro peligro? Te portas ahora como solías ser antes, pero no como el Rey... como el Rey que yo había aprendido a amar. Lancé un gemido y la estreché sobre mi corazón.

8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades antiguas; anticípanos pronto tus misericordias, porque estamos muy pobres. 9 Ayúdanos, oh Dios, salud nuestra, por la honra de tu Nombre; y líbranos, y purga nuestros pecados por causa de tu Nombre. 11 Entre delante de ti el gemido de los presos; conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte.

En las contiendas civiles Esclava de las facciones, Te ha arrancado tristes sones La espada del vencedor, Y dominando el murmullo Del pueblo desenfrenado, Ante el mundo has protestado Con dolorido clamor. Y cuando por un tirano El pueblo se vió oprimido, articulaste un gemido Con tu lengua de metal, Y otra vez sobre tu torre Sonaras estrepitosa, Cuando mires victoriosa La bandera azul flotar.