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Josefina, incapaz de querer a nadie interesadamente, no admitía la idea de ser ambicionada por su oro, y sobrado discreta para confundir pruebas de amor con requiebros de salón, desoyó igualmente a los que pretendían su mano por su dinero y a los deseosos de preferencias en que fundar vanidades.

¡Bendita sea! exclamaron tambien otros labios. Mis amigos de Reus, presumiendo que podia verme en algun apuro, y deseosos de que no me quedara en Francia, me mandaban cien duros á Paris, y otros ciento á Madrid, con el objeto de que me encontrase con recursos á mi llegada.

Eran estudiantes y obreros que perfeccionaban sus conocimientos en escuelas y talleres, refugiados que se habían acogido á la hospitalaria playa de París como náufragos de guerras y revoluciones. Sus gritos no tenían significación oficial. Todos estos hombres se movían con espontáneo impulso, deseosos de manifestar su amor á la República.

Los cuales, así como acabaron de conocer a Sancho Panza y a Rocinante, deseosos de saber de don Quijote, se fueron a él; y el cura le llamó por su nombre, diciéndole: -Amigo Sancho Panza, ¿adónde queda vuestro amo?

El mayordomo y su esposa creían, por cierto, que el objeto de nuestra rápida visita había sido registrar los efectos del muerto, y con la curiosidad natural de los sirvientes, ambos estaban deseosos de saber si habíamos descubierto algo de interés, aunque no podían interrogarnos directamente.

Los condes y marqueses deseosos de una heredera rica se agolparon en torno de miss Craven en los grandes hoteles, en las playas de moda y las estaciones invernales de Suiza. ¡Diez y nueve años, y sesenta millones de dólares!...

Deseosos sus padres de saber el fin que habían tenido estos dos muchachos, vinieron á la Reducción, donde fueron recibidos con gran fiesta y alegría, y tratados por los cristianos con igual liberalidad, de que quedaron tan prendados, que se vinieron luego al punto ellos y después lo restante de la gente á vivir en San Joseph y sujetarse al suave yugo de la ley de Dios; y aunque algunas familias todavía se querían quedar en sus tierras, sin saber desamparar de una vez sus Ranchos, por tirarles el amor de la patria y nativo suelo, cedieron, finalmente, al celo del P. Felipe Suárez, cuando el año de 715 pasó por allí de camino para ir é encontrar á algunos Misioneros que se creía pasaban de las Reducciones de los Guaranís á aquellas de los Chiquitos.

-Virtud es -respondió Sancho- conocer esas yerbas; que, según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de ese conocimiento. Y, sacando, en esto, lo que dijo que traía, comieron los dos en buena paz y compaña. Pero, deseosos de buscar donde alojar aquella noche, acabaron con mucha brevedad su pobre y seca comida.

Esta noche Gillespie iba á pasar hambre. Los bellacos parecían contentos de la visita del hombre con velos, que había distraído la atención del coloso. Popito siguió hablando para contar lo que sabía de estas gentes: fugitivos de todos los países; hombres con los que no querían contar los otros hombres, deseosos de emancipación.

Deseosos de suprimir cuanto antes esta molestia general, los organizadores del desfile hicieron aparecer en el patio á una veintena de siervos desnudos, llevando entre ellos, muy tirante y rígida, una especie de alfombra cuadrada, de color blanco, con un ribete suavemente azul, y que ostentaba en uno de sus ángulos un jeroglífico bordado, que, según la declaración del profesor Flimnap, se componía de letras entrelazadas.