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Aquí paran, y reparten su presa, lo que rara vez hacen sin perder las amistades, terminando por lo comun en riñas, y efusion de sangre. Otras veces hacen una especie de guerra volante, con cuadrillas de 50 ó 100 hombres en cada una; pero entonces no atacan sino las quintas ó casas de campo, manejándose con mucha aceleracion, tanto en el ataque, como en su retirada.

Pero, señora, no por esto será bien que vuestra bondad me tenga por malévolo, pues no está obligado un porro como yo a taladrar los pensamientos y malicias de los pésimos encantadores: yo fingí aquello por escaparme de las riñas de mi señor don Quijote, y no con intención de ofenderle; y si ha salido al revés, Dios está en el cielo, que juzga los corazones.

Reminiscencias de la más insignificante naturaleza, de sus juegos infantiles, de sus días escolares, de sus riñas pueriles, del hogar doméstico, se agolpaban á su memoria mezcladas con los recuerdos de lo que era más grave y serio en los años subsecuentes, un cuadro siendo precisamente tan vivo y animado como el otro, como si todos fueran de igual importancia, ó todos un simple juego.

Montenegro sonrió. ¿Y eso era todo? ¡Riñas de novios; caprichitos de muchacha, que se enfada para animar la monotonía de un largo noviazgo! Ya pasaría el mal viento.

Si a alguien corresponde intervenir en vuestras cosas no es a , sino a mamá... Pero siempre he oído decir que en todos los matrimonios hay riñas y disgustillos, sobre todo al principio, mientras los caracteres no se amolden... Todo eso pasa. Son nubes de verano.

La mamá entreveía en aquella ignorada página de la existencia de su heredero, amores un tanto libertinos, orgías de mal gusto, bromas y riñas quizás; pero todo lo perdonaba, todo, todito, con tal que aquel trastorno pasase, como pasan las indispensables crisis de las edades. «Es un sarampión de que no se libra ningún muchacho de estos tiempos decía . Ya sale el mío de él, y Dios quiera que salga en bien.

Desasosegado, Miquis se sentaba primero en una silla, después en otra, luego paseaba, y de pie y andando, no quitaba los ojos de su enferma. «Pues mira le dijo Isidora con cierto descaro , no me riñas, porque con tus medicinas tontas y con tu asquerosa ipecacuana no me he de curar, ni quiero curarme. Ya lo que no quieres. ¿Piensas que no estoy enterado de tus malos pasos de estos días?

Concedámoslo. ¿Pero no nos divertimos más cruelmente que con los toros con otros animales? ¿Las riñas de gallos son menos feroces que la tauromaquia? ¿En algunos países de Oriente no se deleitan los ociosos en echar a pelear, en cierta mesita redonda que sirve de circo, a dos escarabajos de muy belicosa condición que por allí se crían?

El cacicazgo por lo general, entre esta clase de indios, no es de sangre, como firmemente lo observan sus ascendientes los Araucanos: es por eleccion, y solo para los casos de guerra y parlamentos, y fuera de esto no le guardan respeto ni miramiento alguno, y en sus riñas salen tan descalabrados los gefes como los demas, si no tienen la suerte de defenderse con destreza, que en tales casos y resultas es cuando se acreditan para ser elevados á caciques.

Anunciado por un suspiro, reapareció en la persona de D. José el conocimiento de mismo. Abrió el viejo los ojos, suspiró más, y al ver a Isidora y hacerse cargo de su situación, se avergonzó un poco. «Ya me ha pasado dijo frotándose la frente con la palma de la mano . ¿Ha sido breve?... ¿He dicho muchos disparates?... No me riñas, no me riñas. ¿Pero qué es eso? Nada, nada.