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La ipecacuana, por ejemplo, que es antiflogística, antiespasmódica, antineurálgica y antihemorrágica, es tambien evacuante; el tártaro estibiado, el ruibarbo y los calomelanos tienen una accion evacuante además de su accion especial. No se pueden negar los efectos diuréticos del azoato de potasa, aunque no sean homeopáticos.

Los fenómenos nerviosos que se pueden referir á los prodromos de un estado febril, denotan en la manzanilla alguna analogía con la ipecacuana, y sobre todo con el acónito; y cuando se trata de inflamaciones locales, la manzanilla es superior en eficacia al último, antes que la flogosis se desarrolle francamente y cuando se trata de órganos dotados de una grande sensibilidad, como el ojo por ejemplo.

Estas especies de neuralgias son en general muy rebeldes, tienen un curso variable y fenómenos particulares en los intérvalos de los padecimientos: en estos intérvalos presentan indicaciones para el fósforo, el eléboro, la manzanilla, la ipecacuana y aun el bismuto.

Pero sea de esto lo que quiera, el arsénico es un escelente medio que puede emplearse en los accesos de sofocacion, tanto asmáticos como gastrálgicos, puesto que ataca directamente los orígenes de la inervacion ganglionar. Así pues, el catarro sofocante le reclama en primera línea, especialmente si la ipecacuana ha sido ineficaz.

En fin, los insignificantes síntomas de vértigos, vómitos, neuralgia, diarrea, coriza..... producen una inmensa debilidad, en oposicion al síntoma que parece haberla determinado. La ipecacuana, el centeno cornezuelo y el eléboro blanco convienen con arsénico en conducir á un abatimiento súbito y total de fuerzas, aun por un síntoma de poca importancia y sin gravedad por mismo.

Juan Bou, para lo cual dicho se está que ha de emplear dos varas de cañamazo. Eso no importa. Yo regalo el cañamazo y las lanas. La enferma irá a convalecer a la sombra del árbol de la Ipecacuana, ese árbol milagroso, señoras, que está plantado en la litografía de la calle de Juanelo, y que ansía estrechar entre sus ramas a la descendiente de cien reyes.

Una de las diferencias notables entre el acónito y la belladona, recomendada infundadamente en los síntomas prodrómicos de las fiebres, consiste en que el acónito por su impresion inicial mas fija sobre el sistema nervioso ganglionar, es mas apto para combatir los prodromos que la belladona, cuya accion sobre el encéfalo es mas directa: bajo este punto de vista, la ipecacuana y el arsénico son igualmente preferibles.

La semejanza de sus efectos con los de la nuez vómica deja entrever la diversidad de su orígen y la alteracion especial de la médula espinal en este último medicamento. La ipecacuana, análoga á arsénico muchas veces, se distingue, entre otras cosas, en que los espasmos congestivos y tónicos del segundo son debidos á la intermitencia del influjo nervioso y aun á su aniquilamiento.

Por ahora nos limitamos á indicar la ipecacuana por sus relaciones con el primero y mas débil grado de esta depresion y de esta caquexia, y al arsénico por sus relaciones con el grado mas violento y la espresion mas elevada de la deplastizacion y de la desorganizacion, lo que le hace mas á propósito en general y mas frecuentemente indicado que la ipecacuana y la misma quina, en las fiebres intermitentes crónicas tenaces y mal tratadas.

Los fenómenos generales se manifiestan mas por la noche, y la fiebre es mas nerviosa que sanguínea, en lo cual es análoga á ipecacuana, como se ve por los síntomas siguientes: dolores cólicos, vómitos, diarrea, molimen hemorrágico, hemorragias, opresiones, tenesmo uterino y anal, eretismo, congestiones tumultuosas.