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Actualizado: 8 de junio de 2025
Fortalecido por el contacto de estos dos testimonios de viril ciudadanía, que no le abandonarían mientras viviese, se juntaba con los otros atlots igualmente pertrechados, y empezaba para él la vida juvenil y amorosa: las serenatas con acompañamiento di relinchos, los bailes, las excursiones a las parroquias que celebraban la fiesta de su santo patrón, donde se divertía tirando al galle con certeras pedradas, y sobre todo los festeigs, los tradicionales cortejos, la busca de novia, costumbre la más respetable de todas, que daba origen a riñas y muertes.
Menester era de toda la prudencia y tino de Morsamor, para evitar riñas entre dichos envidiosos y los del bando que sin pretenderlo él querían seguirle y cuyo aparente adalid era Tiburcio.
Habían ocurrido por otro lado riñas y muertes entre moros y soldados, y llegaban nuevas de armamentos en Constantinopla. Con su vista había reclamado el gran Maestre de Malta el regreso de las galeras y gente que necesitaba para la defensa de la isla: marcharon el 8 de abril. El Virrey de Nápoles reclamaba también la infantería con urgencia, influyendo todo en la terminación de la campaña.
El pugilato o riña a puñadas entre dos o más hombres es espectáculo muy frecuente aun en Inglaterra y en los Estados Unidos, y del que mucho gustan ingleses y angloamericanos. En estas riñas los espectadores se apasionan por uno de los dos combatientes, juegan y apuestan dinero. No hay para qué ponderar cuanto menos humanas son estas riñas que las corridas de toros.
De seguro que estás enfadado; adivino que no vas á volver. No riñas conmigo: Cristina es así, ¿y qué voy yo á hacerla? Tú mismo lo has dicho. La familia... la paz de la casa... Ella es buena y me quiere: pero tiene esas ideas y á las mujeres hay que respetárselas. La verdad es que tú también has estado fuertecito...
Estas riñas terminaban, por lo común, con que dijese Pepe Güeto: Si yo tuviera la desgracia de ser marido de usted, ya la metería en costura , y con que doña Manolita respondiese: Pues si yo incurriese en el desatino de ser mujer de hombre tan fastidioso, o le había de poner más alegre que unas sonajas, o me había de borrar el nombre que tengo.
Estoy vestida de harapos... No me riñas, cada cual tiene su manera de ver las cosas de la vida. Sé que me vas a sermonear, y hablarme de moral y qué sé yo... No entiendo tus medicinas. Te diré... Dios no quiere favorecerme, Dios me persigue, me ha declarado la guerra... ¡Qué pillín!
Las otras chiquillas cogieron a los mocosos, como habrían cogido una muñeca, y poniéndoselos al cuadril, volaron por aquellos corredores. «Vamos dijo Guillermina a su guía , no las riñas tanto, que también tú eres buena...». ii Avanzaron por el corredor, y a cada paso un estorbo.
Es allí donde vagan ciento ó doscientos mil obreros sin trabajo, levantando su triste clamoreo por do quiera, ostentando sus harapos, pidiendo limosna á todo el mundo, aplacando el pesar con la embriaguez, y ofreciendo en sus riñas, sus escenas de pugilato y sus mil actos de brutalidad salvaje el espectáculo de la cólera, la degradacion y la miseria á que la falta de trabajo, la absoluta ignorancia y los vicios de la ociosidad los han conducido.
En el trato civil cada dia se comete este sofisma, y ocasiona mil sospechas y riñas, porque dan unos por causa de lo que observan en otros, aquello que no lo es, y está muy distante de serlo.
Palabra del Dia
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