United States or Russia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La que en el anterior coloquio pronunciara frases altaneras y descorteses tenía por nombre Flora y por apodo la Burlada, cuyo origen y sentido se ignora, y era una viejecilla pequeña y vivaracha, irascible, parlanchina, que resolvía y alborotaba el miserable cotarro, indisponiendo a unos con otros, pues siempre tenía que decir algo picante y malévolo cuando los demás repartijaban, y nunca distinguía de pobres y ricos en sus críticas acerbas.

Cuando refiere sus proezas o las de algún afamado malévolo, parécese al improvisador napolitano, desarreglado, prosaico de ordinario, elevándose a la altura poética por momentos para caer de nuevo al recitado insípido y casi sin versificación. Fuera de esto, el cantor posee su repertorio de poesías populares, quintillas, décimas y octavas, diversos géneros de versos octosílabos.

A Gloria le sorprendía un poco aquella repentina intimidad; pero no hacía gran caso de ella. En el fondo, el malagueño le era por completo indiferente. Este convencimiento, que recabé de mis observaciones, fue lo que más contribuyó, como puede suponerse, a que se borrase mi antipatía. Daniel era un compañero malévolo, a quien no se podía profesar estimación, pero ameno.

Pero, señora, no por esto será bien que vuestra bondad me tenga por malévolo, pues no está obligado un porro como yo a taladrar los pensamientos y malicias de los pésimos encantadores: yo fingí aquello por escaparme de las riñas de mi señor don Quijote, y no con intención de ofenderle; y si ha salido al revés, Dios está en el cielo, que juzga los corazones.

No acaece esto solamente por esa pasión vergonzosa que en mayor o menor grado reside en todos los seres humanos, la envidia, sino también porque es condición precisa del hipócrita y adulador con el grande, ser al propio tiempo altanero y malévolo con el pequeño.

El mismo pollo malévolo propuso otra cosa peor: si pensaba dar carrera a alguno de sus hijos. Las señoras rechazaron seriamente esta pregunta y fue sustituida por otra. Y de esta suerte prosiguieron hasta que dijo los tres y tres no de rúbrica, y vino cabizbajo a informarse de lo que habían preguntado.

Lo que yo supongo, y lo que creo casi a pies juntillas, es que el tirano, benévolo o malévolo, monarca o tribuno, presidente de la república, alcalde de monterilla o cacique, se cría, se nutre o respira en el medio ambiente, cumple la voluntad de los más o de los que más valen por el número o por la energía, y no sería lo que es si no le prestasen auxilio y apoyo para que tal sea.

Mas el ingeniero Delaunay, personaje tan listo como malévolo, sacó la conversación del periódico, preguntando a su fundador con risilla irónica en el español chapurrado que usaba: ¿Qué trabajitos prepara usted para el próximo número, don Rosendo? Ya los verá usted cuando salgan respondió secamente éste, que adivinó la burla escondida detrás de la pregunta.

El fingido Avellaneda, malévolo enemigo de Cervantes y autor de la segunda parte apócrifa del Quijote, se propuso también romper una lanza en favor de Lope. Todas estas intrigas, sin embargo, no fueron bastantes para turbar la buena inteligencia que reinaba entre estos dos ingenios eminentes.

Y había hecho eso sencillamente, sin cuidarse de las falsas interpretaciones ni de los comentarios injuriosos que pudiera provocar su conducta, y era tal la fuerza de aquella apacible virtud y de aquella incomparable dignidad, que en el círculo estrecho y malévolo de las comadres de provincia, ni una palabra, ni una insinuación la habían rozado. ¡Había sido preciso que fuese Raúl!... El... ¡Oh!.