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Algunas veces, este viaje, en el que resultaban más largos los descansos que las marchas, se veía perturbado por alguna pelea que hacía correr la sangre; pero nadie se escandalizaba, pues no es verosímil que una gente que va con armas y ha hecho viajes á través de los Andes pueda vivir en común durante varias semanas, bailando y bebiendo con mujeres, sin que los cuchillos se salgan solos de sus fundas.

Porque, naturalmente, cuanto más intensos eran los raptos de amor a su marido e hija, más irritable era su humor con los monstruos. ¡Que salgan, María! ¡Echelos! ¡Echelos, le digo! Las cuatro pobres bestias, sacudidas, brutalmente empujadas, fueron a dar a su banco. Después de almorzar, salieron todos. La sirvienta fué a Buenos Aires, y el matrimonio a pasear por las quintas.

Iremos, iremos dijo el tacaño con efusión, olvidándose de lo que antes había pensado respecto al campo á que iría Martín muy pronto. , y nos divertiremos mucho, y daremos limosnas á todos los pobres que nos salgan.... ¡Qué alivio siento en mi interior desde que he hecho ese beneficio!... No, no me lo alaben.... Pues verán: se me ocurre que aún les puedo hacer otro mucho mayor.

Mi excelente amigo: Á su bizarría, á su generosidad, se debe que estos Apuntes sevillanos salgan á la luz pública, reunidos y puestos en orden conveniente. ¿Cómo no he de honrarme escribiendo su nombre de Vd. en la dedicatoria de este mi nuevo libro?

El capitan había contraido esta pequeña costumbre como para decir á sus palabras que salgan: ¡despacio, muy despacio! ¡Media máquina, vaya, media máquina! protesta desdeñosamente doña Victorina; ¿por qué no entera? Porque navegaríamos sobre esos arrozales, señora, contesta imperturbable el capitan sacando los labios para señalar las sementeras y haciendo dos guiños acompasados.

Poca cosa dijo Tres Pesetas, que era el más atrevido. No más que abrirle un tragaluz en la barriga pa que salgan á misa las asaúras. Vamos, marchaos á vuestras casas dijo el militar con mucha entereza: yo le defiendo. ¿Usía? , yo. Marchaos, yo respondo de él. Pues sino ize ¡viva la...! ¡viva la Constitución! exclamaron todos á la vez, menos Calleja, que se estaba riendo como un idiota.

El quid está en que esos agentes salgan de su escondite y la quieran tomar con uno, como la han tomado conmigo en esta ocasión... y Dios se lo pague, por el buen servicio que me han hecho.

Pero, aun con esto, es preciso que el administrador cele sobre el corregidor y todos los demás para que hagan algo, que, por más cuidado que ponga, nunca se trabaja ni aun la cuarta parte de lo que se pudiera; pues antes que salgan del pueblo dan regularmente las ocho de la mañana, y sólo a las nueve, o después, comienzan a trabajar, lo que ejecutan como forzados.

-A la mano de Dios -dijo Sancho-; yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída. -Así es la verdad -respondió don Quijote-; y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.

Y de los niños fiados á tus manos Salgan fuertes y buenos ciudadanos Formados en el halda maternal, Donde aprendan á odiar la tiranía Y á combatir con ínclita porfía Por los santos principios de igualdad. ¡Oh, la mision de la mujer es santa!