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El carcelero le respondió con sumo respeto, pero encogiéndose de hombros, que nada sabía. Encargóle don Juan que procurara informarse, que avisase á su esposa del lugar donde se encontraba, y que procurase ver á don Francisco de Quevedo ó saber de él. El carcelero volvió á la hora de la cena, trayendo una escogida y abundante. Pero lo que le dijo el carcelero le puso en mayor ansiedad.

¿De modo que usted sabía quién es? exclamo. Claro está. Y entonces prosigo , ¿con qué objeto me lo preguntaba usted a ? No me lo preguntaba para informarse, sino que lo hacía con una intención perfectamente capciosa. Yo permanezco algo desconcertado, y al poco rato comparece otro hombre. ¡Hola! exclama el otro hombre . ¿No sabes quién soy? No quién eres.

La señorita Guichard exhaló un suspiro, se propuso hacer pagar después á Fortunato las humillaciones que la dedicaba, y no pudiendo hacer cosa mejor que esperar, esperó. Al cabo de quince días, como no recibiese noticias de su prometido ni oyese hablar de él, perdió la paciencia y se decidió á informarse.

De los Guarayos que se avecindaron en San Juan Bautista había algunos que entendían la lengua castellana, con lo cual pudo el P. Juan Patricio Fernández informarse del Paraguay y del puerto donde los Mamalucos daban fondo para tomar noticias de la tierra de los Chiquitos y aun ellos se ofrecieron á ir con él allá.

A esta voz acudieron al balcón otros tres caballeros, y entre ellos vino el enamorado Andrés, que cuando vió a Preciosa, perdió la color y estuvo a punto de perder los sentidos: tanto fué el sobresalto que recibió con su vista. Subieron las gitanillas todas, sino la grande, que se quedó abajo para informarse de los criados de las verdades de Andrés.

Hizo que le escribiesen a la Habana, sin poner señas a la carta porque no las sabía; procuró informarse si le habían visto, aunque sin resultado; y todos los días se pasaba algunas horas pidiendo a Dios de rodillas que le trajese en su auxilio.

Encendido el rostro y sudoroso, el bravo chico no paraba hasta que Isabelita iba a informarse, de parte de su papá, del motivo de tal estrépito. Si vieras, papaíto decía la niña, muerta de risa ; ha puesto sillas unas sobre otras, y está dando latigazos y diciendo unas borricadas... Dile a ese gallegote que si voy allá le pondré cada nalga como un tomate...

Alarmada Currita, envió un recado a casa del amigo ausente, para informarse de la causa de su extraño eclipse; la respuesta del lacayo fue terminante: El señor marqués de Sabadell había salido de Madrid la noche antes.

D. Pedro no podía creer las noticias y sin decir nada a sus hijos, montó a caballo y se fue 5 a la finca para informarse del suceso. Llovía a cántaros y no vio a nadie en el camino. Al llegar a su finca no vio a nadie tampoco y creía que ya se habían ido los moros. Algunos momentos después se vio rodeado de cuarenta de 10 ellos a las órdenes del famoso alcaide de Loja, Aliatar.

Por desgracia la nueva esposa mostraba afición suma a recorrer la casa, a informarse de todo, a escudriñar los sitios más recónditos y trasconejados, verbigracia desvanes, bodegas, lagar, palomar, hórreos, tulla, perreras, cochiqueras, gallinero, establos y herbeiros o depósitos de forraje.