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En el fondo de esos despeñaderos demoran los pueblecitos ó caseríos de Bossons y los Peregrinos ó Nant, tranquilos y pobres, rodeados de bosques y praderas. Mas abajo se desarrolla el valle, luciente de lozanía, rico en flores y perfumes, y salpicado de animales de cria cuyo movimiento desigual por las tortuosas márgenes del Arve completa el encanto de aquel bellísimo paisaje.

En toda la hoya del Arve abundan los sitios salvajes, las curiosidades naturales y los puntos de vista encantadores. Como la sociedad es allí muy poco interesante, la naturaleza, llena de fuerza y majestad, es el primer actor.

Por último desciende hácia el sud-este, y se dilata en una planicie ligeramente accidentada, entre el Ródano, el valle del Arve y las colinas del oriente que se desprenden de los contrafuertes saboyardos.

En el fondo del bosque brama el Arve, torrente furioso allí, y donde quiera reina la majestad de la naturaleza salvaje.

Al cabo, el bosque termina, el terreno se nivela, el Arve presenta un curso ménos tormentoso, las montañas se abren un poco, y el valle de Chamonix, tapizado de flores, helechos y gramales, y poblado de mieses y animales de cria, se desarrolla seductor, dominado á un lado y otro por estupendos peñascos ó cerros de granito, bosques elevados de abetos y pinos, y mares de hielo que tienen la triste solemnidad de la desolacion.

Es este el ménos elevado y grandioso, pero mas seguro que el del «Cuello-de-Balme», páramo encumbrado donde las borrascas son frecuentes, casi repentinas y temibles en todo caso. La via, que es solo de herradura, gira durante un trayecto de 9 ó 10 kilómetros por el valle del Arve, remontándolo.

En el fondo corre el Arve por un lecho gris y pedregoso, como un torrente de ceniza y lodo, produciendo islas despedazadas y cubiertas de alisos, y tristes playas que muestran la desolacion causada por las violentas avenidas del fin de la primavera y el principio del verano.

Poco á poco se va estrechando entre las altas montañas; algunas aldeas, como la muy graciosa de Argentière, se destacan en la planicie y van quedando atras. El lindo valle de Chamonix sigue su curso ascendente, regado por el Arve, hasta el pié de las montañas de Balme.

Los compañeros de viaje. La hoya del Arve. El valle de Chamonix. El grupo del Monte-Blanco. Las neveras. Contrastes naturales y curiosidades.

Un enorme carruaje abierto, dividido en tres compartimientos y conteniendo unas 23 personas, aparte de los equipajes, debia conducirnos por el valle del Arve hácia Chamonix, al pié del grupo colosal de montañas en cuyo centro se ostenta la admirable cúpula del Monte-Blanco.