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El sistema de comunicaciones, desde que el Piamonte ha entrado de buena fe en la senda de un pueblo constitucional, que marcha sin obstáculos á su desenvolvimiento y progreso, ha recibido un impulso importantísimo, que ayudando á su presente enriquece ya el porvenir, porque sabido es que las comunicaciones son hoy una segura fuente de progreso y riqueza.

En el foso del fuerte estaban de guardia de día y de noche 1.500 soldados de todas nasciones, y de aquellos viejos que habían venido de Piamonte. El resto todo estaba dentro del fuerte, cada uno en su guardia, y todos esperando á los enemigos con gran regocijo.

De Turin hay caminos de hierro á Novara, Génova, Alejandría y Suse, al mismo pié de los Alpes. Las líneas todas son muy importantes, en especial las de Novara y Génova: los carruajes son buenos, excelente nivelacion, movimiento y servicio. El camino de hierro de Turin á Suse, línea de unas catorce leguas españolas, habla muy alto en pro del Piamonte.

La que hoy empieza a ocuparme es mi Susana, belleza de otro género, pero belleza incomparable que llamo la atención de toda la sociedad de Chambery y de la juventud de Piamonte, donde me la llevé cuando fuimos a acompañar a su hermana para el casamiento. No se oían más que elogios para ella, pero es tan cándida y sencilla, que no se preocupa lo más mínimo de su belleza.

En Novara estuve una hora: á las tres de la tarde subí á uno de los coches del tren que salia para Turin, y á las diez de la noche entré en la capital del Piamonte. El camino de hierro que une Turin con Novara está muy bien acabado; sus terraplenes y nivelaciones, acertadamente concluidos, prestan al movimiento de los carruajes una facilidad suma.

Al cruzar la frontera de Milan para entrar en territorio piamontes, ántes de Novara, la policía austríaca detuvo una hora la diligencia, nos registraron los equipajes, hojearon y visaron los pasaportes; y con el pecho prodigiosamente dilatado, con el júbilo del que sale de un calabozo para recobrar la libertad querida, con el alivio de una ponderosa carga que me oprimia, salí del territorio que profanan los tudescos, y pisé el libérrimo suelo del Piamonte.

Un pequeño grupo de tres insulares fastidiados, acompañados por tres ó cuatro guias, emprendia nada ménos que ir á escalar el Monte-Blanco para sacudir en sus hielos el esplin, pasar por encima del inmenso lomo y descender á los valles del Piamonte.

Así el Piamonte, vencido y ruinosamente multado, después de Novara, ha venido á lograr lo que en balde se pretendía desde hace siglos: la unidad de Italia, sólo momentáneamente lograda bajo el cetro del rey bárbaro Teodorico.

El camino de hierro no estaba completamente terminado mas que hasta el sitio indicado. Hoy llega á Turin. La capital del Piamonte, que yo habia soñado bellísima, es una ciudad muy linda, no puede negarse, pero extremadamente monótona é insustancial.

El Piamonte marcha á la cabeza de los demas pueblos de Italia, y sus vias férreas bien construidas, abarcarán dentro de poco y sujetas á un solo centro comun, las diferentes provincias que constituyen el reino. Nada digo de Florencia, porque solo permanecí veinticuatro horas en su recinto; fáltame visitar detenidamente Roma y Nápoles.