United States or Macao ? Vote for the TOP Country of the Week !


Por la noche subí á bordo del vapor «Cataluña». Al irme á acostar, hallé en la tarima superior de mi camarote un bulto con barbas rojas y cabellera crespa y rubia, que roncaba con la franqueza de un ciudadano libre. ¡Era mi Inglés!... Pero aquello era ya un progreso: el hombre renunciaba á su silencio absoluto, puesto que roncaba.

Todos las pagan, caballero, y nadie murmura. Pues contra lo que hacen todos, digo á usted, que ni usted ni nadie puede perjudicarme por una ignorancia de que no tengo culpa. Yo no tenia necesidad de advertir á usted acerca de nada ... Ni yo de pagar. Diciendo esto, salí del gabinete de recepcion, donde nos encontrábamos, y subí á mi Cuarto, dispuesto á dejar el hotel en el momento mismo.

A las dos subí a mi cuarto para ponerme el traje de rigor, cuando la abuela me hizo sufrir un examen imprevisto. ¿Qué vestido te pones? El gris, corte de sastre. El gris... No, yo preferiría el azul marino con aquella linda pechera que tan bien te sienta. Debajo del abrigo de pieles ligeramente entreabierto, hace muy bien...

Subi como trecientas cincuenta leguas por este inmenso rio, cuya magestuosa corriente es de esperar que algun dia se verá surcada por centenares de embarcaciones, las que impulsadas por el vapor ascenderán hasta Chiquitos, haciendo así mas inmediata la comunicacion de Bolivia con la Europa.

Me turbé horriblemente; no pude soportar ni la dulzura de aquella mirada ni la penetración de su ternura; no qué confusión se apoderó de ante la vaga interrogación insoportable que ella expresaba. Déjeme, se lo ruego, querida tía le dije. Y subí precipitadamente a mi habitación.

Entré en un café, tomé hasta seis tazas de este brebaje, y reanimado mi valor por aquellos tres francos de energía, subí sin retenerme los tres pisos, y con mano temblorosa y febril ademán, sin querer pensar en nada por miedo de arrepentirme, tiré del cordón de la campanilla, cuyo sonido me heló la sangre en las venas.

Subí al lado de Maal; había tenido que ceder tristemente a la insinuación de algunos pasajeros y a la prudencia del maquinista que no le daba la cantidad de vapor que él pedía.

Conducido maquinalmente por mi amigo, subí la escalera y llegué hasta mi cuarto: el golpe recibido en medio del corazón me había aturdido; ya en la habitación, me senté sobre el borde de mi cama; mi pobre perro saltaba de alegría al verme; ignoraba el fiel animalito el por qué sus caricias, siempre contestadas con cariño, eran entonces esquivadas con rudeza.

Un día subí a un cuarto segundo, que me había recomendado no quién. La tal recomendación fue una broma estúpida. Pues señor, llamo, entro, y me salen tres o cuatro tarascas... ¡Ay, Dios mío, eran mujeres de mala vida!... Yo, que veo aquello... lo primero que me ocurrió fue echar a correr. 'Pero no me dije , no me voy.

Allí fue mucho mayor mi sorpresa. Ni en torno del patíbulo, ni en toda la tierra que alcanzaban los ojos, se veía tampoco una figura humana. Subí las escaleras del tablado, deteniéndome a cada instante para mirar alrededor, pues no acertaba a comprender lo que era aquello. El cielo presentaba un aspecto distinto.