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Levantó la cabeza la Dorotea, y al ver al sargento mayor, dijo con desprecio: ¿Quién os ha llamado? Idos. No necesita que le llaméis quien os sigue ansioso todo el día, deseando encontraros sola. ¡Pero ya se ve! no sólo no habéis estado sola, sino que habéis servido de estorbo. Una vaga sospecha pasó por el pensamiento de la Dorotea. ¿Y para qué he podido yo serviros de estorbo?

Y ahora, señor de Clinton, continuó, tomando la rienda y montando ligeramente, no quiero separarme de vos sin deciros que os habéis conducido hoy como honrado caballero y sin daros las gracias. Sois joven y no os creo rico; quizás mi padre pueda serviros en vuestra carrera futura, cualquiera que sea.

Lo cual visto por los tres, salieron a ella, y el cura fue el primero que le dijo: -Deteneos, señora, quienquiera que seáis, que los que aquí veis sólo tienen intención de serviros. No hay para qué os pongáis en tan impertinente huida, porque ni vuestros pies lo podrán sufrir ni nosotros consentir. A todo esto, ella no respondía palabra, atónita y confusa.

Decirme habéis, señora, exclamó Cervantes con la voz trémula, en qué puedo yo ampararos y serviros; que bien creo, a lo que parece, que niña y pobre, sola y sin amparo en el mundo os habéis quedado.

"Ilustres mis Señores Luteranos, Venid, porque os estamos esperando, Que queremos serviros como á hermanos, Vuestras cosas contino sustentando." Estas cartas vinieron á las manos De la justicia, el caso procurando; Los indios que hallaron ser culpados, Publicamente fueron castigados.

Volvióse el joven, y vió un paje que traía ropa de mesa, terciada en un brazo, en la una mano algunos platos, y en la otra dos botellas asidas por el cuello. ¿Sois vos, señor, el sobrino del señor Francisco Montiño? dijo el paje. Ciertamente, yo soy. Pues bien, á vos vengo. ¿Y á qué venís? A serviros de cenar. ¡Ah!

Pero no quiere engañaros 2065 Ni olvidarse de quereros: Visitaros y ofenderos Es fuerza para serviros. Esto me manda deciros: Mirad si le dais licencia; 2070 Que le cuesta vuestra ausencia Cuantos instantes, suspiros. DO

Otros eran mis pensamientos, dijo el escudero, muy ajenos á la tempestad que nos amaga. Disponed de , si en algo puedo serviros. Pero hablando de pensamientos, no son menos negros los que me asaltan al figurarme las dificultades de mi viaje de vuelta; vientos contrarios, la vela mayor partida en dos, muertos la tercera parte de mis marineros, y el barco con averías y boquetes por todos lados.

Esto en resumen es dictarme condiciones, y de una manera indigna. Estoy desesperada. ¿Y si prendo á don Francisco? Sabréis todo lo que suceda en el cuarto de la reina. Meditó un momento el duque. Le prenderé dijo al fin. ¿Al momento? Al momento. Y yo, señor, os serviré con el alma. Empiezo á serviros: guardáos de mi hermano. ¡Ah! ¡esto es terrible!

Sed bienvenido á nuestra ciudad y aceptad nuestros humildes respetos. Dadme desde luego vuestras órdenes, capitán ilustre, y decidme en qué puedo serviros, á vos y á vuestra gente.