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Un jesuita misionero, que fué al campo español con algunos Checheheches y Tehuelches convertidos, representó vivamente que aquella condicion era indigna é inadmisible, no evitando por este medio un próximo rompimiento.

Se conmovía con el lloro de un niño: desprovisto de todo egoísmo, no había acción que considerase indigna para auxiliar a los desgraciados, y, sin embargo, su nombre producía escándalo y temor en los ricos, y le bastaba, en su existencia errante, mostrarse algunas semanas en Andalucía, para que al momento se alarmasen las autoridades y se concentrara la fuerza pública.

Y, entrados en el teatro, discutieron si la profesión de actor era ó no digna de consideración, y contaron que un sacerdote había sostenido, que los comediantes son gente infame é indigna de recibir el Santo Sacramento.

Y si, diciendo que lo ha dicho, resulta que no lo ha dicho, entonces es el Sr. Salaverría quien falta a la verdad, cometiendo así una acción tan indigna de él como de , porque el Sr. Salaverría también es inteligente y también es chistoso. Lo que más le ha molestado al Sr.

Cerró tras la puerta, y a la luz de dos velas de cera se desnudó, y al descalzarse ¡oh desgracia indigna de tal persona! se le soltaron, no suspiros, ni otra cosa, que desacreditasen la limpieza de su policía, sino hasta dos docenas de puntos de una media, que quedó hecha celosía.

Pero lo verdaderamente singular era que Guillermina, tan dueña de su palabra normalmente, estaba también azorada aquel día, y no sabía cómo desenvolverse. El escondite de su amiga la llenaba de confusión, porque era un engaño, un fraude, una superchería indigna de personas formales.

Me dio como un desafío, el consejo de preguntar a mis amigos. Usted... los de Oreve... Pregunte usted a los de Oreve, si eso le tranquiliza... pero yo afirmo que no nada. Puede usted creer que soy demasiado amigo suyo para no ponerle en guardia si creyese indigna a su prometida.

Yo llevo perdidas ya 40.000 pesetas desde el mes de agosto le dice una amiga a la pedigüeña. ¿Cuarenta mil pesetas? Y ¿a quién se las has perdido? Se las perdí a varios. Si fuese para comer, no me las hubiesen dado... Un jugador abandona su asiento con cara de malhumor. ¿Perdió usted mucho? No. Perdí poco; pero lo que más me indigna es ver ganar a los amigos. Que yo pierda, pase.

Tales sentimientos son mera y vil flaqueza indigna del grande hombre, del super-hombre en ciernes. Derríbense tronos y altares, niéguense como absurdas todas las religiones reveladas, y anúlense o deróguense cuantas son las constituciones sociales y políticas, si sólo sobre las ruinas y escombros de todo ello ha de fundar su imperio la superhumanidad futura.

No acostumbro a faltar a la verdad, y tratándose de actos que pueden prestar algún servicio a la causa de Dios sería indigna de llamarme cristiana si renegase de ellos en presencia de nadie. ¿Y qué es lo que usted llama causa de Dios, bella señorita? preguntó el general con aparente calma, mientras por sus ojos pasaban relámpagos de ira.