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Nunca pongo los pies por do camina La mentira, la fraude y el engaño, De la santa virtud total ruina. Con mi corta fortuna no me ensaño, Aunque por verme en pie, como me veo, Y en tal lugar, pondero asi mi daño. Con poco me contento, aunque deseo Mucho.

El concejal, mientras tanto, explicaba con la fluidez que le caracterizaba, a Mariana y D.ª Esperanza, de qué modo había descubierto un fraude de consideración en los derechos de consumos. Trescientos cincuenta jamones se habían introducido, hacía pocos días, de matute con la anuencia de algunos empleados del municipio. Ramoncito pensaba llevar a estos empleados a la barra en brevísimo plazo.

Empezaron luego los paisanos á discurrir sobre el caso haciendo diversas interpretaciones, según la pasión de cada uno; mas los cristianos al punto les descifraron el caso, diciendo que aquella era fraude y traza del demonio para apartarlos de que abrazasen la ley del verdadero Dios, y en señal de eso fueron allá todos juntos, y vista la extraña mutación, tomando los cristianos con gran fe el rosario en la mano, bendijeron el agua y le metieron dentro de ella; al punto, desvanecida aquella apariencia, volvió el agua á su antiguo color y sabor que antes tenía.

Y todo esto, sin contar con el fraude, con la burla, con lo que vulgarmente se llama primada. Por cuentecillas de vidrio de colores, por clavos y otras baratijas, tomaban los compañeros del capitán Cook cuanto había de bueno y exquisito en Otahiti. Algo de esto, aunque en menor proporción, ocurre siempre en los cambios entre un pueblo adelantado y otro más atrasado.

Al Irala le envian el gobierno; Mas sobreviene luego una dolencia, Y no pudo durar solo un invierno: Que el que con fraude obtuvo la potencia Los veinticuatro años con tal daño, No dura con derecho solo un año.

Con la corte se marcharon los más grandes señores, y sus artífices, que tanta fama la dieron, son agora como grano agorgojado. ¿Sabe vuesa merced que hasta los torcedores de la seda, compelidos a ello por el exceso de los tributos, van cayendo en la fraude y el encubrimiento, y que unos le agregan sal o aceite para hacella más pesada, doblan el hilo bueno con el crudo e sin torcer e toman esclavos o moriscos para abaratar los jornales? ¡Ah!, ¡ya no es la mesma, no, esta cabeza de las Españas!

En el bando de 20 de Octubre de 1770, se volvió con más energía á encarecer la necesidad del alumbrado, por el Asistente D. Pablo de Olavide, añadiendo esto, que da idea de cómo andaba la seguridad pública por las noches en las calles de Sevilla: «Habiendo acreditado la experiencia no se había podido evitar que en horas extraordinarias transiten personas sospechosas, pues en fraude de ellas se ha verificado encontrarse sujetos de esta clase después de las doce de la noche, con la cautela de llevar luz é ir separados para que no se les pudiese detener por las rondas: considerando su señoría que en semejantes horas nadie sin motivo urgente debe estar fuera de sus casas y que el mero hecho de carecer de esta legítima causa le constituye en sospecha», se ordenaba que fueran detenidos cuantos vecinos fuesen encontrados, como medida más expedita.

10 multiplicando la leña, encendiendo el fuego, para consumir la carne, y hacer la salsa; y los huesos serán quemados; 11 asentando después la olla vacía sobre sus brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su suciedad, y se consuma su espuma. 12 En fraude se cansó, y nunca salió de ella su mucha espuma. En fuego será su espuma consumida.

De este modo cundia el fraude por obra de aquellos mismos que debian atajarlo, y se sorprendia la conciencia pública hasta en los documentos auténticos. La poca instruccion que reinaba en las clases privilegiadas, favorecia estas imposturas, y hacia mas dificil su manifestacion.

Jacobo no había venido todavía, y disgustada Currita por creer que toda palabra del buey Apis pronunciada a espaldas de aquel amigo querido era un fraude que a este se hacía, salió impaciente en su busca. Solía Jacobo algunas veces entrar en el boudoir o en las habitaciones de Fernandito como persona de la más familiar confianza, y no parecer en el salón hasta el momento mismo de la comida.