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No quedaron satisfechos estos enemigos de Dios y de su ley con tan horrenda traición; antes tomando de ellas más ánimo, instigados del demonio y de los hechiceros, se previnieron al último acto de la tragedia con la muerte del P. Arce para apartar de á quien les reprendía sus bestiales costumbres, é impedir juntamente que los de su nación no abrazasen la santa , por lo cual se pusieron á espiar por dónde había de pasar el Padre.

Las señoritas solían presenciar con risita despreciativa aquel baile que imitaba toscamente los suyos, doliéndose en su interior de que jóvenes tan finos se abrazasen «a aquellas tarascas». Sin embargo, cuando alguno las invitaba, después de resistirse un poco, reir a carcajadas, ruborizarse y hacer buena porción de monerías para atestiguar que sólo se rebajaban a aquello por pura condescendencia, solían agarrarse firme al brazo de su bromista amigo y tardaban en soltarlo.

En poco estuvo que ambos se levantasen y se abrazasen ante la concurrencia; mas en Miguel pudieron los miramientos mundanos, en Julia el temor de su madre; y ambos permanecieron en sus asientos. La brigadiera se sofocaba; estaba inquieta, nerviosa; hacía rechinar la silla al moverse.

Verdad es que, como siempre sucede, entre tantos buenos no faltaban algunos malos y perversos que hacían más aprecio del cuerpo que del alma; pero Dios Nuestro Señor usó con ellos del poder de su brazo omnipotente, ya ablandando durísimos pecadores con modos extraordinarios y singulares, ya castigando tal vez con los azotes de su justicia á los obstinados que á buenas no se rendían, haciendo con eso que otros que lo veían abrazasen la ley de Dios.

Empezaron luego los paisanos á discurrir sobre el caso haciendo diversas interpretaciones, según la pasión de cada uno; mas los cristianos al punto les descifraron el caso, diciendo que aquella era fraude y traza del demonio para apartarlos de que abrazasen la ley del verdadero Dios, y en señal de eso fueron allá todos juntos, y vista la extraña mutación, tomando los cristianos con gran fe el rosario en la mano, bendijeron el agua y le metieron dentro de ella; al punto, desvanecida aquella apariencia, volvió el agua á su antiguo color y sabor que antes tenía.

Exortéles á que abrazasen la de Jesu-Cristo, ponderándoles las ventajas que lograban, y los males de que salian: á que me respondió, queria reduccion en el parage llamado Mayjol, próximo de allí: díles buenas esperanzas, y regalándoles tabaco, cuchillos, gualcas y ropas, seguí mi camino.

Estaba todo el pueblo deseoso de ver el fin de aquel suceso, esperando los unos que montando en cólera el Mapono se empeñase en defender, más con obras que con palabras, la divinidad de los demonios, y los otros se prometían éxito más feliz, en que no se engañaron; porque el Mapono quedó asombrado y como aturdido; y siendo, como era, hombre de buen natural, de ingenio pronto y de entendimiento agudo, Dios Nuestro Señor, compadecido de él, le sacó de sus engaños, le alumbró el entendimiento y movió su corazón con tanta eficacia de su gracia, que luego pidió ser cristiano; y en prueba de las veras con que lo decía, confesó delante de todos que él había estado engañado y había engañado á los demás; y que se desdecía y retractaba de cuanto había aprendido y les había enseñado; que no había otro Dios que Jesucristo; y que su santa ley, no sólo era mejor que la de ellos, sino la única y necesaria para la salvación eterna del alma; y que para enmienda de lo pasado, no sólo exhortaba á sus paisanos que la abrazasen, sino que iría á los Jurucarés, Cozacas y Quimiticas para reducirlos á que hiciesen lo mismo.