United States or Puerto Rico ? Vote for the TOP Country of the Week !


Con semejante nueva se conmovió todo el pueblo, y al mismo punto se encendió en rabia y furor contra cualquiera que maquinase algo en daño de la religión; pero no el Mapono, que argumentando é infiriendo cuán grande hombre y mayor que sus dioses debía ser aquél á quien sus dioses temían, les respondió con voz y ademán de enojado: «Si este forastero es vuestro enemigo ¿porqué vosotros le dejáis el paso franco? ¿Por qué no le echáis del mundo, ó á lo menos tan lejos de aquí, que no se ponga á riesgo vuestra reputación? ¿Es este vuestro poder?

Entre tanto, el Mapono atizaba con rabia infernal á los suyos, y cerca de una hora estuvieron disparándole saetas sin causarle más daño que romperle el vestido; bien que al levantar en alto aquella santa imagen, le corrieron por los brazos extraños dolores y le impidieron el uso de ellos.

Vienen luego los diablos, y fingiéndose ser el uno el alma del difunto, consuela á la mujer con palabras tiernas y afectuosas, dándole esperanzas de que en breve se volverán á ver en el Paraíso; luego el Mapono rocía el alma con agua para limpiarla de las manchas de los pecados, como usamos nosotros con el agua bendita; y con eso se despide el alma de su madre y mujer.

Mucho silencio es este, ¿por qué no bebéis y bailáis?» Y al punto el sacerdote ó Mapono se reviste de gravedad, y en nombre de los dioses les manda que beban y bailen y llenen de ruído la iglesia para que ninguno se muera de tristeza. También muestran tener sed estos dioses y para refrigerarla piden á los indios de beber.

Mientras le hablaba el Padre, penetró Dios el alma de aquel bárbaro con un rayo de divina luz; de suerte, que aún no bien enteramente discípulo, salió á predicar como maestro en su pueblo, que no necesitaba mucho del magisterio de sus palabras cuando le sobraba el ejemplo de su Mapono para inducirle á hacer lo mismo.

Acabados los oráculos, se hacen las ofrendas de la pesca y de la caza y aquellas diabólicas majestades, en señal de agradecimiento, llevan alguna cosa á la boca. Después vuelan con el Mapono por el aire, temblando á este tiempo tanto la iglesia, que parece se viene al suelo. Desaparece por mucho tiempo el Mapono, fingiendo que se va con sus dioses al cielo.

Reprendióles el fervoroso Misionero, con celo ardiente, su poca fe, y con el ejemplo del Mapono, llevado vivo por el demonio al infierno, les hizo conocer claramente que no era otra su intención que hacerles perder de una vez el cuerpo y alma.

Para esto suele el Mapono más venerable coger en brazos al aprendiz, ponerle á mirar á la luna cuando está llena, estirarle los dedos mandándole que se deje crecer las uñas, llevarle por los aires y ponerle en el seno de la diosa Quipoci; vuelve el miserable de aquellos éxtasis afligido y desmayado, de suerte que apenas, después de muchos días, recobra sus fuerzas.

Vino el último de todos el Mapono que con toda su chusma se puso muy humilde y modesto delante del apostólico varón, quien recibiéndole con los brazos abiertos le sentó á su lado, y empezando á hablar de la Religión, mostró cómo sin el conocimiento del verdadero Dios, y sin la fe de Jesucristo no era posible salvarse, diciendo también de los Tinimaacas y de aquella diabólica Trinidad cuanto le dictó el celo de la gloria divina y la santa indignación de verlos triunfar por tantos siglos hechos señores de aquella tierra.

Para dar principio á la fiesta, la vieja más devota y al parecer más santa, saludando al cacique con reverente inclinación, baja la cabeza, que hiere el cacique ligeramente tres veces con una piedra curiosamente labrada; después da vueltas de rodillas á todo el templo con grandes suspiros y devoción; luego el Mapono bendice todas las partes del templo para santificarle, y con otras ceremonias, que sería largo contar, consagra aquel lugar; y por último, se fenece la fiesta con una gran comida y celebrando un solemne festín de músicas y bailes.