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21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda. 22 Las palabras del chismoso parecen blandas; mas ellas entran hasta lo secreto del vientre. 24 El que odia disimula con sus labios; mas en su interior maquina engaño. 26 Aunque su odio se encubre en el desierto; su malicia será descubierta en la congregación.

Allí vide las fuerzas derribadas, Las torres y los altos edificios; Allí vide las casas derrocadas, Y sacadas las puertas de los quicios: Por madera en el fuego son quemadas, Y tuvieron por grandes beneficios Los que enhiestas en pié hallan sus casas, Porque las mas estaban hechas brasas.

Y al fin Montiño se vió delante del tío Manolillo, que con los ojos como brasas, amenazador, terrible, le mostraba una escudilla de madera en la cual había algunos berros, y los muslos, las patas, los alones y el caparazón de una perdiz, todo verde, como los berros sobre que estaba.

El mozo de aquella sala, que estaba afinando una guitarra, dejó el instrumento, limpió la mesa de Reyes y le preguntó si quería el Jerez y los bizcochos. ¡Qué bizcochos!, no, amigo mío. Botillería, eso tomaría yo de buena gana. Tengo el gaznate hecho brasas.... El mozo sonrió compadeciendo la ignorancia del señorito. ¡Botillería a aquellas horas! Ya ve usted... botillería a estas horas....

El instrumento estaba muy bien imitado: era de cobre, las brasas estaban hechas con oropel y los torbellinos de humo con sendos copos de algodon sucio, retorcido. ¿Eh, Ben Zayb, no es tonto el que lo ideó? preguntaba riendo el P. Camorra. ¡Pues, no le veo la punta! dijo el periodista.

Bien era un brasero que se estaba encendiendo, con el tubo de hierro sobre las brasas para hacer tiro; bien el montón de zaleas o de ruedos, ya una banasta de ropa; ya un cántaro de agua. De todas las puertas abiertas y de las ventanillas salían voces o de disputa, o de algazara festiva.

Y saltando al mismo tiempo los dos, cada uno por lado distinto, encontráronse en lo más alto de su salto; chocaron los cuerpos como proyectiles y cayeron en el rescoldo, hundiéndose entre las brasas la parte más carnosa del individuo. La plazuela pareció animarse, lanzando interminables carcajadas.

Así que la dejo con el ama, estoy en brasas.... Acabemos pronto.... Esto se va a resolver ahora mismo. Acudo a usted, porque no puedo confiarme a nadie más.... Usted quiere a mi niña. Lo que es quererla... balbució Julián, casi afónico de puro enternecido. Estoy sola, sola... repitió Nucha pasándose la mano por las mejillas.

El Magistral, que ahora estaba rojo, y tenía los pómulos como brasas, se acercó a la Regenta, le oprimió las manos y dijo ronco, estrangulado por la pasión: ¡Ana, Ana!... Sin falta esta tarde.... Y ahora a la catedral... junto al altar de la Concepción... en frente del púlpito.... Hasta la tarde; pero vaya usted tranquilo... casi todo lo que tenía que decir... está dicho....

«¡Soñaba! la fortaleza de la vigilia desvanecíase por la noche, y sin que ella pudiese remediarlo, la mortificaban visiones y sensaciones importunas, que a tener responsabilidad de ellas serían pecado cierto.... «En plata, que doña Ana soñaba con un hombre...». Don Fermín se revolvía en la silla de coro, cuyo asiento duro se le antojaba lleno de brasas y de espinas.