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Los vientos que regularmente detienen en la boca de este rio á los que van á salir de él para Buenos Aires, son del tercer cuadrante, y estos son contrarios hasta salir de la barra por la canal del S: pero en saliendo de ella, todos son vientos largos para hacer esta navegacion.

Hombre más marrullero no se ha visto, y sin embargo, los incautos le creían; no ignoraban que sus manos estaban manchadas y que, adulador endiosado del poder, era uno de los llamados a dar estrecha cuenta ante la barra de la opinión en el día del juicio público, lejano, pero seguro; mas, entretanto, le iban a la zaga, como perros tras el hueso.

Cuando cruzando el Rio de la Plata Veo flamear de Rosas el color, De alerta el grito doy á mis marinos Empuñando la barra del timon. Y cuando al frente aparecen Grito á mis valientes ¡fuego! Por no tomar esas presas A las llamas las entrego. Que allí mi Libertad tan solo impera: Bajo sus fuegos rinden su bandera.

Renováronse con esto las voces de los presentes y las alabanzas del extranjero; el cual en la carrera, en la esgrima, en la lucha, en la barra y en el tirar de la ballesta, y entre otras muchas pruebas que no cuento, con grandísimas ventajas se llevó los primeros premios, quitando el trabajo a sus compañeros de probarse en ellas.

Tambien del puerto expresado de San Julian, como cosa de una legua al S, hallamos un sombrero negro que todavia no estaba muy podrido, y al lado del N del expresado puerto, distancia fuera de la barra como cosa de 2 leguas, hallamos lastre y maderas de roble de alguna embarcacion que se perderia en el parage.

Inmediatamente sale á la palestra Matías, famoso tirador del valle de Langreo, deja caer la montera, toma la barra, afianza los pies, se revuelve con pausa y maestría y lanza el hierro al alto. Se clavó una cuarta más allá que la del mozo de los Barreros. ¡Hurra! gritó la muchedumbre. Pachón no se da por vencido. Toma de nuevo la barra y consigue ponerla dos pulgadas más allá que Matías.

Al mediodia observé 40° 14'. A las cuatro y media de la tarde sacamos el barco de donde estaba varado, habiendo trabajado todo el dia en esta faena, á cuya hora me hice á la vela, y hice recoger la balizas. A las cinco estaba fuera de la barra. Al anochecer fondo en 5 brazas de agua: pasamos la noche con viento del cuarto cuadrante recio, y tanto que me fué preciso meter el bote bordo.

En la barra del

Luego se llevó los gemelos á los ojos, siguiendo la dirección de una de las líneas rojas, y vió agrandarse en el redondel de la lente una barra negra, algo semejante á una línea gruesa de tinta: el bosque, el refugio de los enemigos. Cuando usted lo disponga, señor senador, empezaremos dijo el comandante, llegando al último extremo de la cortesía . ¿Está usted pronto?...

Pues ¿porqué esta ha de defender la entrada en este rio á los enemigos de la corona, y á nosotros se nos ha de demostrar tan propicia, que ni la barra, ni los vientos contrarios, ni las noches, dejan de franqueárnosla? ¡Y es posible que caigamos en tal error!