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Hace unos días creí que el corazón de Luciana se apartaba de , y caí en el marasmo de la desesperación. El horrible pensamiento de un rompimiento me perseguía, y vivía en las angustias de los más negros celos. Hoy todo está apaciguado. Luciana es dulce, cuidadosa de no disgustarme... y no estoy tranquilo.

Desde su rompimiento, la joven guardaba en el fondo de su pecho hacia el majo un sentimiento indefinible, mezcla de rabia y simpatía, de desprecio y amor. Velázquez, que siempre había sido poco amigo de echar las piernas al alto, se negaba, haciendo, sin embargo á su antigua novia mil cortesías, mostrándose con ella extremadamente dulce.

Un jesuita misionero, que fué al campo español con algunos Checheheches y Tehuelches convertidos, representó vivamente que aquella condicion era indigna é inadmisible, no evitando por este medio un próximo rompimiento.

Un suceso ignoraba Pateta, y también Pepe lo ignoró durante algún tiempo, que contado por aquél a Paz, hubiese podido sumarse al capítulo de culpas hecho contra Tirso: el rompimiento de Leocadia con Millán. Despreciado por ella, puso él los ojos en otra.

En eso estoy repuso ella con firmeza, y para eso te lo he confesado. Osuna le clavó una mirada de sorpresa y curiosidad. Vamos dijo al cabo con sonrisa sarcástica, ha habido rompimiento. Poco importa que haya uno u otro respondió con acento desabrido. Lo que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es de los dos... de él principalmente.

A la izquierda, y precisamente donde empezaban á amontonarse algunas cenicientas nubes, divisábase un rompimiento de la cordillera, que me dijeron daba paso al Desierto de las Palmas.

Ningun provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extrangeros.

Tenian los Reinos de Aragon, Mallorca y Sicilia el estado que habemos referido, cuando los soldados viejos, y Capitanes de opinion, que sirvieron al gran Rey Don Pedro, á Don Jaime su hijo, y últimamente á Don Fadrique en esta guerra de Sicilia, juzgándola ya por acabada, hechas las paces mas seguras por el nuevo casamiento de Leonor con Fadrique, vínculo de mayor amistad entre los poderosos, en tanto que el interés y la ambicion no le disuelven y deshacen, deshecho causa de mas viva enemistad y odios implacables, pareciéndoles que no se podia esperar por entónces ocasion de rompimiento y guerra, trataron de emprender otra nueva contra infieles y enemigos del nombre cristiano en Provincias remotas y apartadas.

Alterarónse los animos, pretendiendo todos que se les debia la suprema autoridad. Los amigos y allegados de cada cual de ellos, con palabras descompuestas y llenas de arrogancia amenzaban que con sus armas se harian obedecer. Dividido el ejército con esta competencia, todo andaba desordenado, y cerca de llegar á grande rompimiento, movidos de algunos chismes que se andaban refiriendo.

El rompimiento de su padre con ella era, sin duda, la causa de que «la Papisa Juana» se mantuviese alejada de esta rama de su familia, tratando a Jaime con hostil despego. Su padre había sido oficial de la Armada, siguiendo una tradición de la familia.