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Además de sus inmensas riquezas, contaba con los privilegios del nacimiento, pudiendo elevar hasta ella á cualquier hombre, por bajo que estuviese. Alicia tenía una ambición: unir á su fortuna un gran título de vieja aristocracia para figurar en una corte, y este deseo lo perseguía á los quince años con una glacial tenacidad, disimulada por aturdimientos aparentes.

Durante tres días el héroe no se ocupaba más que de reunir datos para escribir una memoria sobre el sangriento acontecimiento del día 16, y buscaba referencias, interrogaba a los testigos oculares, bebía en las mismas fuentes de la verdad histórica, perseguía detalles, frases, accidentes mil, y esas pequeñeces de que tanto jugo suele sacar la diligente Clio.

Rafael había querido amarla en los primeros tiempos de su matrimonio. Deseaba olvidar; sentía los mismos arrebatos apasionados y juguetones de aquellos días en que la perseguía por los huertos. Pero ella, pasada la primera fiebre de amor, satisfecha su curiosidad de doncella ante el misterio del matrimonio, opuso en adelante una pasividad fría y grave a las caricias del marido.

De forma que, hasta esta ocasion no pudo saber D. José del Valle el éxito de las activas diligencias de este oficial, todas infructosas, porque los principales rebeldes elegian los caminos extraordinarios y extraviados, y con mas proporciones de ocultarse á la vigilancia del que los perseguia.

Mas aquella visita inesperada de don Cándido vino á descubrir todo el secreto que perseguía, pues siendo aquel lugar el que servía de fábrica para las monedas falsas encontradas á las mozas, y hallándose allí oculto á la sazón uno de los dos monederos, don Juan Troncoso, éste, creyéndose perdido, se dispuso á ponerse en salvo.

En este momento se oyó un estrépito: era el comandante que perseguía, dando grandes trancos, al pícaro de Morrongo, el cual, frustrando la vigilancia de su dueño, había cargado con la pescada. Mi comandante le gritó Manuel riéndose , sardina que lleva el gato, tarde o nunca vuelve al plato. Pero aquí hay una perdiz en cambio.

875 Esta me da con el pie, aquella otra con el codo: ¡ah, viejas, por ese modo, aunque de corazón tierno, yo las mandaba al infierno con oraciones y todo! 876 Otra vez, que como siempre la parda me perseguía, cuando yo acordé, mis tías me habían sacao un mechón al pedir la estirpación de todas las herejías.

Y aquí viene bien un dato: Juan Pablo había recibido de Feijoo algunos préstamos a plazo indefinido. Este excelente hombre, viendo sus angustias, halló una manera delicada de suministrarle la cantidad necesaria para librarse de Cándido Samaniego, que le perseguía con saña inquisidora.

Tenia en el Virrey gran confianza La gente, que al del Cuzco perseguia; Temiendo del de Cuzco la pujanza, Al Arzobispo el Lucio le traia Muy ciego, por tener de él confianza; Y así cuanto le dice lo creia. Por su mal parecer y mal consejo, Al Concilio no viene Mogrovejo.

Admiraba ingenuamente la falta de escrúpulos de estos mozos, que vivían de poner a contribución las ilusiones de las extranjeras de paso, y se compadecía a él mismo recordando sus debilidades con cierta mujer. A estas distracciones que le ofrecía el trato con algunos torerillos uníase la pegajosidad de cierto entusiasta que le perseguía con sus súplicas.