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No puedo precisarlo replicó Frasquito . que es una magnífica posesión, con monte, potrero, tierras de sembradura, ainda mais, el mejor puesto de Andalucía para codornices, cuando van a pasar el Estrecho. Allá nos iremos una temporada... Pero mi mujer, ni pa Dios quiere que deje yo este oficio de pateta.

Estaba corrigiendo una tarde pliegos de un libro, cuando se le presentó Pateta en actitud humilde. ¿Qué quieres? Pedirle a Vd. un favor, porque el señor Millán no ha venío. Vamos, di. Pues yo tengo novia. Es decir, novia mía, la verdad, no es; pero ya nos hablamos algo... y mañana es su santo.

Cuando el buñolero con quien vivía Pateta supo que tenía amores con su hija, no se opuso a las relaciones, pero dijo al chico que no le parecía bien que siendo novios siguieran bajo el mismo techo, y el muchacho está hoy en una casa de huéspedes que le cuesta muy poco: con él pienso irme. Poco te durará la compañía, porque Pateta entra en quinta estos días.

Un suceso ignoraba Pateta, y también Pepe lo ignoró durante algún tiempo, que contado por aquél a Paz, hubiese podido sumarse al capítulo de culpas hecho contra Tirso: el rompimiento de Leocadia con Millán. Despreciado por ella, puso él los ojos en otra.

Cuando Pepe dejaba de ir a ver a Paz, por miedo a infundir sospechas o parecer pegajoso a don Luis, entraba Pateta en funciones de correo: ya sabía ella que cada tercer día de ausencia el chico rondaba al oscurecer los alrededores del hôtel y, espiando momento oportuno, metía el brazo por la verja y dejaba la carta bajo los ladrillos levantados del horno, situado junto al invernadero.

Ninguno se atrevió a seguir haciendo conjeturas, seguros de que el alojamiento de aquella partida en el lugar podía ser su perdición. Cerca de una hora llevaban de angustiosa impaciencia, y ya iban con la tardanza esperanzándose de que el grupo de gente armada hubiera tomado otro camino, cuando Pateta lo vio aparecer en la curva de la carretera.

Luego, hace tres meses, el señor, que estaba empleao aquí, se ha ido a la Habana; dicen que es pa tener no qué categoría o señorío, y golverse y cobrar más; después, si se muere habiendo estao allí, porque él ha estao antes también, pues, si se lo lleva Pateta, le deja mu buena orfandad a la señora. Viudedad, mujer, viudedad. ¡Ah! me se olvidaba lo mejor.

Hízo un gesto con la mano y se echó á reir. El Ministro que me nombró, sabe el diablo donde está, ¡y se tendrá por honrado con poderme saludar cuando vuelva! El actual, á ese me le paso... y tambien se lo llevará pateta... El que le sustituya se verá tan apurado con su nuevo cargo y no se podrá ocupar de bagatelas.

Esta es la casa abandonada de que nos habló: adelante, todo derecho. Tres horas de fatiga y estamos en salvo... por ahora. El que así habló era un muchacho alto, moreno, nervudo y fuerte, con tipo de castellano viejo. Tenía los pies doloridos y andaba penosamente. Pateta estaba desconocido. El gatera madrileño, de aspecto endeble, se había robustecido con el aire del campo.

Temo que le quiten el destino que tiene en la biblioteca del Senado, y quisiera estar prevenida para parar el golpe. ¿Sabes si es esa la razón de que esté hace ya muchos días tan tristón? ¿De veras no puedes decirme nada? Pateta cayó en la red. Yo, de eso del destino, no : preguntaré. Por lo demás, no qué le pué haber pasao.