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De allí en adelante, se despertó en los mineros la idea de la hermosura y significación de estas bagatelas que durante tanto tiempo habían hollado con indiferencia. Un fragmento de reluciente mica, un trozo de cuarzo de variado color, una piedra pulida por la corriente del río, se embellecieron a los ojos de estos valientes mineros y fueron siempre puestos aparte para La Suerte.

Horrible es esto; pero hay allí lucha, y donde hay lucha hay siempre una esperanza, una probabilidad de vencer... Por eso sobrepuja a este horror aquel otro horror que suele encontrarse tras aquellas pupilas vidriosas, aterradoras en esos momentos, cual la puerta siniestra ante la cual se sintió Dante desfallecer y vacilar: el marasmo, la quietud horrible de un alma que se hunde poco a poco en lo eterno, dándose cuenta de ello, pero sin que crucen por su mente más que ideas triviales, bagatelas con que procura distraerse y divertirse, ocultándose a propia el abismo, hasta que la muerte descarga de súbito la guadaña, y despierta de improviso aherrojada ya en lo profundo del infierno. ¡Letargo letal, pendiente horrible que, sin un prodigio de la divina gracia, va a parar derecha a la condenación eterna!...

En torno de él se agruparon inmediatamente todos, exceptuando el jefe de la familia, a quien no podían interesar tales bagatelas, y Romillo fue colocando las vistas y mostrándoselas, explicando previamente lo que significaban. Alrededores de Nápoles... Ahí tienen VV. el Vesubio a un lado... el golfo debajo...

Entre estas tiendas, la más bonita es una que pertenece á un alemán, siempre llena de bagatelas preciosísimas destinadas á grandes y pequeños. Es el bazar de la infancia infantil y de la adulta. Por Carnaval se llena de caretas burlescas; en Semana Santa de figuras piadosas; hacia Navidad de Nacimientos y árboles cargados de juguetes, y por Año Nuevo de magníficos objetos para regalos.

Se habla de todo alegremente: los bruseleses hacen sus comentos locales; los viajeros se narran mutuamente sus aventuras y excursiones recientes; los artistas, los políticos y los literatos departen sobre los ramos que cultivan; las mujeres conversan sobre modas, flores y otras bagatelas agradables; la música completa la seduccion del interesante espectáculo; y el viajero se aleja luego de Brusélas llevando las mas gratas impresiones de esa capital hospitalaria, elegante, animada, liberal y progresista.

Esto suele observarse en los niños y mugeres, y por eso las vemos casi siempre ocupadas en cosas pequeñísimas, mirándolas como grandes, y dignas de su aplicacion. La moda, la cortesía, el adorno, y la conversacion de estas mismas cosas es el atractivo de su juicio, como en los niños los juegos, las bagatelas, y las diversiones.

Cleóbulo se altera de lo que no debe, se admira de bagatelas, y no sabe hablar de otra cosa que de su dolor de cabeza, de lo que ha trabajado, de lo cansado que se halla, y en esto emplea toda una tarde, y tal vez todo el dia.

Art. 6.º No siendo regular que el Supremo Gobierno se exponga al menor percance, tanto más cuanto que hay en España, según parece, españoles que se hacen matar por su señor Carlos V, sin meterse a averiguar si Su Majestad y sus adláteres pasan como ellos trabajos, y dan su cara al enemigo, o si esperan descansadamente jugando a las bochas o al gobierno, a que se lo den todo hecho a costa de su sangre para agradecérselo después como es costumbre de caballeros pretendientes, es decir, a coces; la Junta Suprema y el Gobierno de Su Majestad Imperial permanecerán en Castel-o-Branco; tanto más cuanto que hay en Portugal muy buenos vinos y otras bagatelas precisas para la sustentación de sus desinteresados individuos; y sólo entrará en España, si entra, a recibir enhorabuenas y dar fajas y bastones a los principales facciosos y cabecillas que para lograrlos pelean desinteresadamente por el señor Carlos V, y bastonazos a los demás

Las máquinas, los descubrimientos de las ciencias positivas, todo lo que no se relacionaba con la divinidad y la vida futura, eran bagatelas para entretener a gentes locas y sin fe. Y el antiguo seminarista, que despreciaba el progreso humano desde niño, como una ridícula mentira, quedó estupefacto viendo con qué solemnidad hablaba de él el catolicismo francés.

¡Y bien apretado, canástoles!... y otro para cada uno de ellos, a buena cuenta. Serán fiel y honradamente transmitidos... Esto engorda, señor don Alejandro... , señor don Claudio; y Dios le pague a usted la parte que le alcanza en este bien que recibo. ¡Qué días estos pasados! ¡qué noches!... ¡Quién piensa ya en esas bagatelas?