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Os lo agradezco, contestó el Cardonal, tomando polvos de su tabaquera de oro. Encontré en el Nuevo Mundo, Eminencia, lo mismo que en Europa. Quince años he vivido una vida angustiosa, y hoy vengo a impetrar vuestro perdón y a morir en mi país. Fué tal su acento de sinceridad, que el Cardenal se puso de pie solemnemente y bendijo a don Fabricio de Portinaris.

Don Modesto se sentó en un rincón, y bajó la cabeza, a manera de ave, que, presintiendo la tempestad, se posa en la rama de un árbol y oculta la cabeza debajo de un ala. Ante todo es de saber que las buenas cualidades y los defectos de Rosita habían ido en aumento con los años. Su aseo había llegado a convertirse en angustiosa pulcritud.

Después, bajo Carlos III, aún resultaba más angustiosa la situación. El principado se disolvía. Los dos pueblos Mentón y Roquebrune, dependientes de Mónaco, se emancipaban de él, entusiasmados por la revolución italiana, incorporándose á la monarquía de los Saboyas. Poco después, al adquirir Napoleón III el antiguo condado de Niza, se hacían franceses.

Isidora le había dirigido al entrar una súplica angustiosa, elocuente expresión salida de los más sagrados senos del alma humana. Juntando el quejido de la necesidad a la súplica del pudor, Isidora le había dicho: «Dame de comer y no me toques». Miquis abre su bolsa a la desvalida hermosa, y con magnánimo corazón le dice: «Mañana estarás en casa de Emilia».

Lo cierto es que había pasado la noche fatigada, y con buen dolor de cabeza. A la mañana siguiente, mayor quebranto, fiebre; y a la noche, una meningitis, con todo su cortejo. El delirio, sobre todo, franco y prolongado a más no pedir. Concomitantemente, una ansiedad angustiosa, imposible de calmar.

Entonces comenzó para el ciego una época tan miserable y angustiosa, que pocos se darán cuenta cabal de los dolores, mejor aún, de los martirios que la suerte le deparó.

»A pesar mío, mis ojos vertían abundantes lágrimas, y una incertidumbre angustiosa agitaba y oprimía mi corazón. »¿La noche que debía usted bendecir nuestra unión le dije, se alejó de nosotros voluntariamente o se le obligó a dejarnos? »No, lo hizo por mismo, obligado solamente por el honor, por el deber. »Una pregunta más, Teobaldo: ¿en su lugar, hubiera usted hecho lo mismo? », señora.

No hay esperanza. Hablaba sonriente, pero era su sonrisa semejante a la luz que alumbra un nicho. Pero, sepamos... interrogó Lucía a pesar suyo con angustiosa y febril curiosidad . ¿Pesa sobre usted alguna desdicha? ¿Alguna pena grande? Ninguna de las que el mundo llama tales. ¿Tiene usted familia... que le quiera?

Yo recorrí la casa toda, y en efecto, lord Gray no estaba. Después de mis pesquisas Inés y yo nos miramos con angustiosa perplejidad, confundidos ante la inutilidad del arriesgado paso que habíamos dado. No están, Inés. Lord Gray ha tomado sus precauciones y es inútil pensar en impedir la fuga. ¡Inútil! exclamó con dolor . No qué pensar.

Felizmente los jueces no pudieron comprender la mirada de angustiosa pasión que la sarracena le dirigió, por última vez, al ser arrastrada de nuevo a la tortura. Vino luego la declaración del Canónigo, y no volvieron a molestarle. Ya quedaba libre; pero ¡quién quitaría de su honra la mácula de semejante calumnia! ¡Ah, un agravio alevoso como aquél merecía, asimismo, secreta venganza!