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Actualizado: 19 de mayo de 2025
El enojo que la indigna gacetilla les produjo, se fué templando con la esperanza de aplastar muy pronto a los reptiles que la habían inspirado, o por lo menos darles algunos golpes formidables con el ariete del Duque.
Muy pocos días he necesitado para conocer, á pesar de mi poca experiencia del mundo, que la tal política es una indigna farsa; que sus partidos, lejos de representar ideas de saludables recursos para la patria, no son más que posiciones que los ambiciosos ocupan para conquistar mejor los grandes destinos, que son el móvil principal de todos los políticos.
No tomo carta alguna en este juego era la contestación invariable, aunque humorística, que daba siempre a quien le preguntaba. El juez, que era al propio tiempo su aprehensor, se arrepintió vagamente de no haberle descerrajado un tiro aquella mañana; pero pronto desechó esta flaqueza vulgar como indigna de un numen forense.
Sonrió el cochero, sacudió un latigazo al aire, el caballo extenuado saltó sobre la carretera dos o tres minutos, y como si aquello fuese una falta de formalidad indigna de sus años, que eran muchos, volvió al paso perezoso sin protesta de nadie.
A un filósofo que está escribiendo un tratado en que se burla de lo que él llama preocupaciones del humano linaje sobre la diferencia entre el bien y el mal, decidle: «me parece, señor filósofo, que es V. un insigne malvado, pues que de tal modo se propone combatir lo mas santo que hay sobre la tierra;» y veréis como se olvida de su filosofía, y de cuanto ha dicho sobre el vano significado de las palabras virtud y vicio, y se indigna de verse calificado de esta manera, y se defiende con calor, y se empeña en probaros que es el hombre mas virtuoso del mundo, y que en aquello mismo está dando repetidas pruebas de lealtad, de sinceridad, de honradez.
Salimos los que sobrábamos y cerró don Sabas la puerta por dentro. Yo no sé lo que pasó por mí entonces; pero declaro que me sentí muy conmovido y que hasta lloré, disimulándolo mucho, como si fuera una debilidad indigna de los hombres fuertes.
Pero, por el contrario, estaba furioso. Hubiera preferido saber que había muerto. Porque, ¿a qué ocultarse? decía. ¿Por qué, puesto que sabe dónde vivo, teme venir a verme? ¿Es, acaso, que se ha hecho indigna de presentarse ante mí? ¿No me ama ya? ¿Me ha olvidado quizás? Esta carta le dije, prueba lo contrario.
Fermín callaba, como si le aterrase el contacto de la verdad misterioso, cuyo roce creía ya sentir. Según eso dijo con una calma solemne, tú te consideras indigna de Rafael. Huyes porque hay algo en tu vida que puede avergonzarle, hacerle infeliz. Sí contestó ella sin bajar los ojos. ¿Y qué es ello? Habla: creo que un hermano debe saberlo.
El gobierno, cuya autoridad era contestada de una manera tan indigna, intimó a Facundo que se presentase a responder a los cargos que se le hacían sobre el asesinato. ¡Parodia ridícula! No quedaba otro medio que apelar a las armas y encender la guerra civil entre el gobierno y Quiroga, entre la ciudad y los Llanos.
Palabra del Dia
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