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Buscólos en sus casas acto continuo; citáronse para el mediodía en la del candidato, y en ella se discutieron ampliamente los preliminares de la batalla.

Aquella misma noche discutieron marido y mujer el caso, hasta que él cedió a los deseos que tenía ella de complacer a la que fue protectora de su amor. Volvió Cristeta al día siguiente, y en la misma salita de la víspera fue recibida por Inés, que la estaba esperando, acompañada de una mujer entrada en años, corpulenta, ex guapa, muy achulada y al parecer amable.

¡Déjese de macanas, ché!... ¿Por qué voy á mezclarme en esos entreveros de las gentes del campamento, cuando todos son amigos míos? Además, ya estoy viejo para meterme en tales cosas y no quiero hacer un papelón. Insistió Moreno, y durante algunos minutos discutieron los dos hombres. Al fin don Carlos pareció ablandarse seducido por el misterio que creía entrever en este duelo inesperado.

Discutieron algunos minutos, cedió Sarto, envió un destacamento mandado por Berstein al palacio de Tarlein en busca del general Estrakenz, y el resto de la fuerza atacó furiosamente la gran puerta del castillo. Resistióles ésta unos quince minutos y cayó por fin, en el momento mismo en que Antonieta disparaba su revólver contra Ruperto.

No, no repuso Capistun . La guerra es la barbarie nada más. Discutieron el asunto; el gascón, como más ilustrado, aducía mejores argumentos, pero Bautista y Martín replicaban: , todo eso es verdad, pero también es hermosa la guerra. Y los dos vascos especificaron lo que ellos consideraban como hermosura. Ambos guardaban en el fondo de su alma un sueño cándido y heroico, infantil y brutal.

Muñoz, después de titubear visiblemente, durante algunos segundos, le exigió, en forma muy categórica, su opinión sobre Adriana. Y luego que Julio expresó, tranquilamente, una idea opuesta a la suya, se irritó sobremanera. Discutieron. Julio terminó pidiéndole disculpa de no poder compartir una sola de las apreciaciones hechas por su amigo. ¡Qué quieres!

Pasaron por el pueblecito de Oiquina, constituído por unos cuantos caseríos colocados al borde del río Urola, luego por Aizarnazabal y en la venta de Iraeta, cerca del puente, se detuvieron a cenar. La noche se echó pronto encima. Cenaron Martín y Bautista y discutieron si sería mejor quedarse allí o seguir adelante, y optaron por esto último.

Agregad la identidad de origen, la petulancia andaluza, que no perdió nada al pasar el mar, unida al vago fatalismo árabe que empuja al abandono, recordad que jamás argentinos y colombianos discutieron un palmo de tierra ni cambiaron una nota agria por las mil fútiles causas que la diplomacia desocupada inventa, y comprenderéis porqué vive vigorosa y creciente esa simpatía entre los dos pueblos, que nada puede cambiar y que llevaba a la acción será un día la garantía más firme, la única, de la anhelada paz del continente sudamericano.

Discutieron un rato sobre si darían por terminado el paseo en aquel punto, yéndose cada cual a su casa; pero al fin Miquis hizo triunfar su propósito de almorzar en uno de los ventorrillos cercanos a los Campos Elíseos.

Discutieron, parlamentaron; diose solemnidad al convenio, jurando los dos su fiel observancia ante un emplasto viscoso y sobre un peine de rotas púas, y aquella noche durmió Pedra en el cuarto de Santa Casilda.