United States or Macao ? Vote for the TOP Country of the Week !


Da entero crédito a cuanto te diga; óyele y atiéndele; y acepta y recibe sin el menor escrúpulo lo que te ofrezca y entregue». Que pase adelante ese caballero dijo doña Luz. Juana fue a buscarle, y D. Gregorio entró en la salita en que doña Luz estaba.

Ocultábame casi tras unos tapices que separaban el salón de una salita, y desde allí sorprendí la conversación de dos respetables matronas, cuyas simpatías me había conquistado. Reina está muy guapa esta noche, y como siempre, es la reina del baile. Sin embargo, Blanca de Pavol es más linda. , pero es menos atrayente.

Después de un breve sueño, despertó creyendo firmemente que en la salita próxima había unas esportonas o seretas muy grandes, muy grandes, llenas de diamantes, rubiles, perlas y zafiros... En la obscuridad de las habitaciones nada podía ver; pero de que aquellas riquezas estaban allí no tenía la menor duda.

Se llenaba la salita, que no estaba sucia propiamente, con cinco sillas y un sofá de paja; una consola con su espejillo encima, dos floreros y el retrato de Nacho, de la misma edición que el que tenía Nieves; un veladorcito en el centro con tapete de crochet; seis litografías con marco enchapado de caoba, en las paredes, y tres felpudos de colores en el suelo. Nada de cielorraso.

Un día, tarde ya, casi a la hora de comer, encontré a Blanca, sola, en la salita donde acostumbraba a pasar el día, cuando no salía. Al verme entrar por la pieza inmediata, dio un grito de sobresalto, se puso pálida y dejó caer el libro que leía. La saludé y me incliné para recogerlo; al dárselo, abrió los brazos. Comprendí el movimiento y le dejé caer el libro suavemente sobre las faldas.

Condújola a la casa próxima, donde doña Fuensanta vivía, y entraron en una salita bastante desordenada, en la cual había más baúles que sillas, y dos cómodas. Guillermina cerró la puerta, e invitando a Fortunata a ocupar una silla, sentose ella en un cofre. x

Mientras esto hablaban suegra y nuera, en la salita Obdulia y Ponte departían acerca de aquella, diciendo la niña que jamás perdonaría a su hermano haber traído a la familia una persona tan ordinaria como Juliana, que decía diferiencia, petril y otras barbaridades. No harían nunca buenas migas.

Guillermina pasó a la salita en busca de Ballester, que estaba muy cariacontecido junto a los cristales de la ventana, mirando a la plaza, y le dijo: «Está esa mujer excitadísima, y me temo que se seque... ¿Hay aquí antiespasmódica?». , , la preparé yo con muchísimo esmero; pero traeré más esta noche. ¿Dice usted que está excitadísima? Pero atroz... Cabeza trastornada; dice mil despropósitos.

Nos vamos a una salita, donde hay un espejo de cuerpo entero. La doncella y las sirvientas comienzan a traer trajes. Los hay de todos colores y formas: blancos, azules, marrones, grises, color de lirio, de violeta, de rosa; están todos los matices de la flora; unos muy escotados, otros poco, otros nada.

Que no esté sentada todo el día; que camine; que se mueva; que salga por aquí, que vaya a la salita. La inmovilidad es perjudicial; que ande, que camine hasta donde pueda. Pronto será completa la parálisis. Don Crisanto me vió tan apenado, que me puso una mano en el hombro y me dijo cariñosamente: Muchacho, no te asustes, no te acongojes.... Y, vamos, dime: ¿qué tal andamos de dinero?