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No volveré á ofenderos, ni siquiera á hablar, dijo la joven, pero quisiera continuar en vuestra compañía hasta salir del bosque. ¡Vos no podéis ofenderme! exclamó Roger alborozado al verla. Lejos de eso, yo soy quien debí refrenar la lengua.

Pero no quiere engañaros 2065 Ni olvidarse de quereros: Visitaros y ofenderos Es fuerza para serviros. Esto me manda deciros: Mirad si le dais licencia; 2070 Que le cuesta vuestra ausencia Cuantos instantes, suspiros. DO

Si llega a casarse con algún humilde obrero, entonces, haga lo que hiciera por ella, ya no dependerá de el hacerla feliz. Vos le cerráis el camino del bienestar, y aunque me sea penoso ofenderos después de lo que vos habéis hecho y yo no hice, comprendo que ahora tengo la obligación de insistir en velar por mi hija. Quiero cumplir con ese deber.

¡Ah! ¿Vivís en palacio... con vuestro tío?... Me alegro... Y por lo visto vuestro tío es un buen tío; me ha dicho Casilda que habéis venido en carroza... y vuestro traje, vuestras alhajas, ¡oh, y qué hermoso y qué gentil y qué galán venís!... Cada día os amo más... y me alegro, me alegro de que vuestro riquísimo tío emplee sus doblones en vos con tanta magnificencia... prefiero que no me debáis nada... porque así sabré que me amáis por misma... no podré ofenderos en nada ni aun desconfiar de vos.

Si un día, mañana acaso, el rey os preguntase acerca de ... decidle... hacedle entender que entre nosotros mediaban amores... que... que en una palabra, por deber y por conciencia estábais obligado á casaros conmigo. Pero eso no es verdad... yo no puedo ofenderos... el rubor que tiñe vuestro semblante, dice bien claro que os ofendería.

Que me ahorquen si recuerdo haber visto belleza que le sea comparable, aun en la época en que yo era un guapo mozo, dicho sea esto sin ofenderos, señora agregó, inclinándose hacia la señora Crackenthorp, sentada a su lado ; a vos ni os conocía cuando erais joven como la señorita Nancy aquí presente.

No, señor; no habléis en eso, Que vuestra será la culpa: Yo la mujer que tengo. ¿A dónde vais? A la puerta. ¡Qué ciego venís, qué ciego! Por aquí habéis de salir. ¿Conoceisme? Yo os prometo Que á no conocer quién sois, Que bajáredes más presto; Mas tomad este arcabuz Ahora, porque os advierto Que hay en el monte ladrones Y que podrán ofenderos Si, como yo, no os conocen; Bajad aprisa.

Virgen María Madre de Dios y mía, aplacad la indignación de vuestro Santísimo Hijo y alcanzad á mi alma el perdón de mis pecados y á mi cuerpo la vista perdida. ¡Oh, Dios y Padre mío! movéos á misericordia y pues podéis tan fácilmente, concededme la gracia que os pido, que yo prometo de jamás ofenderos en adelante, y de observar perfectamente, con la diligencia que me fuere posible, vuestra ley santa