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Ante la inevitable perspectiva de la separación, hasta las señoritas de Blandieres se ponían melancólicas. Una noche, en el Casino, habiéndose discutido la cuestión de la partida, Huberto se aproximó a María Teresa y le dijo con aire triste: No puedo habituarme a la idea de separarme de usted. Cada día me digo: ¡me iré mañana! El mañana llega, y no tengo valor.

Te amaba más y con más pasión desde que no te pertenecía exclusivamente y prefería la muerte al pensamiento de separarme de . Debes recordar el fin de aquel horrible período, durante el cual pasabas en el juego los días y las noches, poseído de un vértigo en el que debían zozobrar tu fortuna, tu honor y tu vida.

No quiero que se enteren mis familiares, pues serían capaces de reírse; no quiero que sepa nada mi pobre Visitación... ¡Y yo no disimular!, ¡no puedo fingir alegría cuando estoy irritado...! ¡Qué infierno el que sufro! ¡No poder decir que he sido hombre, que he sido débil, como hecho de carne que soy, y que llevo conmigo los frutos de mi falta, sin querer separarme de ellos aunque la calumnia me persiga!

Un instinto, qué yo, uno de esos profundos movimientos del alma de los niños, que son como el germen de todos los variados y tiernos sentimientos que brotan después en la adolescencia, me hizo no separarme de aquel libro. Apagose la luz de la habitación, y yo estaba abrazado de mi precioso recuerdo.

Te prometo no separarme de él ni de día ni de noche... Pero voy a suplicarte un favor... que misma me lo cuelgues. Maximina vaciló un instante: al fin tomó de nuevo el crucifijo; Miguel bajó la cabeza y el Cristo quedó colgado por la parte de fuera del chaleco. Ahora dijo él con sonrisa maliciosa es menester que lo ocultes debajo de la camisa. No; eso hazlo .

Recelando yo que esta ignorancia de Lucía se disipase y que ella abriese los ojos y me viese tal como soy, no me sosegué hasta que, haciendo un inmenso sacrificio en separarme de ella, la hice entrar, desde poco después que cumplió doce años, en el convento del Sagrado Corazón de Jesús, donde permaneció hasta los diecisiete.

Ahora que estoy próximo a separarme de ti siguió diciendo el joven, es cuando veo cuánto has penetrado en mi corazón... Parece mentira que en tan poco tiempo te haya llegado a querer de un modo tan entrañable... ¿Te pasa a ti lo mismo? ¿Me seguirás queriendo cuando dejes de verme? Maximina movió varias veces la cabeza en señal afirmativa.

Ven, ven, mi María, yo te libraré de que te arrebaten para el Africa; si tienes tanto apego a esta tierra infeliz, también ¡ay! yo le tengo por mi mal. Ven, ven, María, yo te daré todo gusto fuera de separarme de ti; yo quiero ser contigo, verte conmigo, y bajar a la tierra entre los brazos tuyos.

Tengo que estar a la mira de mi pleito. El abogado me ha dicho que lo ganaré si tengo paciencia. Ya se ha hecho lo que llaman la réplica, y luego que la señora presente su dúplica, vendrá la prueba... Ya ves, me voy enterando de estas cosas fastidiosas. ISIDORA. Es el principal móvil de mi vida. Cuando consiento en separarme de ti por pleitear, figúrate si es cosa de importancia.

«Carmencita: Niña santa y hermosa, que me has querido en la hora más grata de mi vida, te digo adiós con mucha prisa y con mucha pena: con prisa porque debo separarme de ti cuanto antes; soy malo y temo hacerte mucho mal...; con pena porque me duele el corazón al dejarte.... Sólo tengo una cosa buena: que me conozco.