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El marino vió en esta miseria física el triste final de un régimen alimenticio absurdo, alegre y pueril: los dulces sirviendo de base de nutrición, los grandes arroces como plato diario, las sandías y melones llenando el intermedio entre las comidas, los helados servidos en copas enormes, esparciendo el perfume de su nieve melosa.

La otra, menuda, compungida y melosa, con gracia especial para cortar mortajas, es blanca, con una blancura rancia de viejo marfil, que destaca con cierta expresión devota sobre un hábito nazareno: Se llama Benita la Costurera. ¿Quiere que amortajemos a la señora? DO

Cuánto más le miraba, entre brutalmente apasionada y sinceramente pudorosa, más fea se ponía; pero a él debiole parecer hermosa y codiciable como a Salomón la Reina de Saba, porque con voz melosa le dijo: ¡Paloma! La Mona quiso tenderse a sus pies sobre el montón de trapos para velarle el sueño destripando colillas y haciéndole pitillos, pero él volvió a llamarla como un animal a su hembra.

Doña Celestina dijo Reyes con voz melosa, humilde, apenas perceptible, con ánimo de que el señor cura y su acompañamiento no dieran una interpretación heterodoxa a sus palabras ; doña Celestina, haga usted el favor de arrimarse a este rincón, porque ahí está usted en la corriente. Déjeme usted a , D. Bonifacio. El delegado del párroco empezó sus latines, que Bonifacio entendía a medias.

¡Santos y buenos días! dijo con voz melosa, inclinando la cabeza al mismo tiempo que levantaba los ojos para apreciar de una rápida mirada al visitante. Era un joven que llamaba la atención por la delgadez del cuello que hacía más enorme su cráneo, y por la forma de sus orejas abiertas como abanicos, como si quisieran despegarse.

Si ésta se comía la mitad de las letras del abecedario, su madre se comía lo menos las dos terceras partes. Su amabilidad era tan melosa que no despertaba agrado. Al cabo de un momento se veía que decía las cosas maquinalmente, y que debajo de aquel aparente interés no había más que indiferencia.

Su marido sólo servía para admirarla y obedecerla, y ella había de hacer frente a los accidentes del comercio, empleando la palabra melosa, la sonrisa enigmática y el gesto de enojo en esta pelea por el dólar. Los quince días pasados en París al regreso de los Estados Unidos habían sido los mejores de su viaje.

Y el notario, con voz melosa, ampliaba su respuesta: «Buenos días, señor marqués.» «Buenos días, señor barónSus relaciones no iban más allá; pero Ferragut sentía por los nobles personajes la simpatía que sienten los parroquianos de un establecimiento, acostumbrados á mirarse durante años con ojos afectuosos, pero sin cruzar mas que un saludo.

Prefería ver el Arco de Triunfo con hambre, antes que la sonrisa melosa y los ojos terriblemente dulces del héroe de Cerro Pardo. Los comerciantes de la ciudad, extranjeros todos ellos que daban parte á Martínez en sus negocios y no se atrevían á acometer empresa alguna sin tenerle por consocio, le habían regalado por suscripción una espada «artística» y un uniforme de general.

El bagel se llenó de cabo á cabo, Y su capacidad á nadie niega Copioso asiento, que es lo mas que alabo. Llovió otra nube al gran LOPE DE VEGA, Poeta insigne, á cuyo verso ó prosa Ninguno le aventaja, ni aun le llega. Era cosa de ver marabillosa De los poetas la apretada enjambre, En recitar sus versos muy melosa.