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Entonces la furia de la impotencia le hacía dar saltos desiguales, convulsiones de epiléptico en que se torcía irritado, espumarajeando, con desesperada proyección al fin, caía domado y exánime, despidiendo sólo a intervalos un escaso chorro, separado por largos espacios, como las llamaradas postrimeras de la luz que se extingue.

Sátira que puede ser tanto mas graciosa y libre, cuanto carece de testigos, no hiere la reputacion, nada hace perder en la opinion de los demas, pues que no llega á ser expresada con palabras, y la sonrisa burlona que hace asomar á los labios se extingue en el momento de nacer.

Existía antes de él y de Quiroga el espíritu federal en las provincias, en las ciudades, en los federales y en los unitarios mismos; él lo extingue, y organiza en provecho suyo el sistema unitario que Rivadavia quería en provecho de todos. Hoy todos esos caudillejos del interior, degradados, envilecidos, tiemblan de desagradarlo y no respiran sin su consentimiento.

En un rincón solitario de la pradera, Gertrudis, inmóvil, lanza miradas melancólicas al sol que se extingue. ¡Ah! ¡si no se ocultase hoy para nosotros! exclama abriendo los brazos. ¡Bueno! ¡ordénaselo! dice Juan. ¡Sol, te mando que te quedes con nosotros! Y, mientras el globo de fuego se hunde cada vez más, ella se pone a temblar de pronto y dice: ¿Sabes qué idea acaba de ocurrírseme?

Son ajenas de este lugar las cuestiones filosóficas sobre la no interrupcion de la conciencia, esto es, si hay algun tiempo en que el alma no piense, y en que no tenga conciencia de propia: muchos filósofos creen que hay en efecto esta interrupcion, para lo cual se apoyan en la experiencia del sueño y de los accidentes de que volvemos sin ningun recuerdo; pero Leibnitz opina que el pensamiento nunca se extingue del todo, que nunca hay una falta absoluta de conciencia, que nuestro pensamiento es una luz que despide á veces muy poco resplandor, pero que nunca se apaga del todo.

Diríase que se encuentra con el límite que á sus investigaciones le ha puesto el Criador: y que al empeñarse en traspasarle, se desvanece, siente que sus fuerzas flaquean, que su vida se extingue, como la de todo viviente al salir del elemento que le es propio.

Ambos se miraron en un instante, instante muy largo, durante el cual se creyeron envueltos en la irradiación de una atmósfera de luz, calor y vida. Al dejar de contemplarse, fuese que el esplendor del ocaso es breve y se extingue luego, fuese por otras causas íntimas y psicológicas, imaginaron que sentían un hálito frío y que empezaba a anochecer. Oyose la palabra ronca de Borrén el inaguantable.

Ledesma fueron los tisues de los Angeles y del Niño Jesús, del antiguo paso de la cofradía de la Quinta Angustia, donados por los Duques de Montpensier. Con el Sr. Ledesma se extingue por completo la fabricación de telas de seda y de seda y oro, en Sevilla, olvidándose por completo las tradiciones de tan hermosa como productiva industria artística.

¿No me das la mano? dice Martín en tono de amistoso reproche. Y, al tendérsela Juan vacilando, se la aprieta cordialmente... ¡Ah! ¡cuánto daño puede hacer un apretón de manos! El tumulto de la fiesta se extingue a lo lejos.

«Esta simpatía irresistible es más fuerte que yo. Prohíbame usted venir, y verá cómo se extingue una vida consagrada en otro tiempo a la familia, y siempre al servicio del país...; hará usted el mayor daño que se puede hacer a un hombre... sin provecho de nadie...».