Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de mayo de 2025
728 Muy pronto estuvo mi poncho lo mismo que cernidor; el chiripá estaba pior, y aunque para el frio soy guapo ya no me quedaba un trapo ni pa el frío, ni pa el calor. 729 En tan triste desabrigo tras de un mes, iba otro mes; guardaba silencio el Juez, la miseria me invadía, me acordaba de mi tía al verme en tal desnudez.
Toma vanidad, toma lustre». Incapaz Isidora de desarmar a su verdugo, aunque lo intentó devolviendo cólera por cólera, hubo de rendirse al fin, y sucumbió diciendo con gemido: «Por Dios, tía, no me pegue usted más». En sus veinte años, Isidora tenía menos fuerza que la sexagenaria Encarnación.
Que vengo a rogar a usted se encargue aquí de mis asuntos y lo arregle todo en la forma que mejor le plazca. ¿Qué piensa usted hacer, pues? Seguir sus huellas, o las de su tía... buscarla... descubrir su paradero... ¿Enfermo, como se encuentra, quiere partir mañana para Burdeos? ¡Mañana! ¡Sería demorarme demasiado! En efecto, salió de París aquella misma noche.
Me la has dado completa, a fondo, de maestro... Cierto que no tengo poder sobre ti... Si te pierdes, bien perdido estás. No me vengas a mí después con arrumacos. Te crié, te eduqué, he sido para ti una madre. ¿No te parece que debías haberme dicho: 'pues tía, esto hay'?». Cierto que sí replicó vivamente Maximiliano , pero me daba reparo, tía.
He oído lo que decías a mi tía, no hace mucho. Pues bien, señorita, si habéis oído no tenéis necesidad de hacerme hablar. Susana me volvió la espalda y no quiso contestar a ninguna de mis preguntas.
La señora se había puesto de pie, pálida como un cirio... y si sus piernas la hubieran obedecido, habría huído de aquella casa, donde nada tenía ya que hacer, puesto que su intención era otra bien distinta de la que la santita le prestaba: repugnábale pasar por más generosa de lo que, humanamente, se creía capaz... Y se oyó la vocecita fresca: ¡Es la tía Silda, mamá, es la tía Silda!
Entonces la niña, con una fuerza que sorprendió a Miguel, le rechazó haciéndole tambalear. Adolfo volvió a la carga riendo groseramente. ¡Adolfo, que llamo a mi tía! gritó Maximina, roja como una cereza y saltándosele las lágrimas, y otra vez le rechazó con brío. Eso no se hace, chico dijo Miguel queriendo intervenir.
Y en mi tiempo continuaba, las niñas no hablaban sino cuando se les dirigía la palabra. Entonces ¿usted no hablaba cuando joven, tía? Cuando me hacían alguna pregunta y nada más. ¿Y todas las niñas se os asemejaban, tía? Sí, por cierto, sobrina. ¡Qué época horrible! suspiraba yo, levantando los ojos al cielo.
Maripepa lloraba y Bartolo dejaba escapar cada vez resoplidos más incorrectos. Al fin, comprendiendo que estaban sirviendo de befa, callaron las irritadas comadres y se cambió de conversación. Pero Pacha rebosaba de ira todavía. La tía Jeroma igual. Maripepa, ven aquí ahora mismo y siéntate á mi lado.
No hay tal cosa dijo la marquesa ; tiene una señal en el pecho, es verdad; pero es en figura de rábano, un antojo que había tenido nuestra madre. Observad, doctor continuó Rafael , que mi tía desprestigia y despoetiza la historia de su querido hermano. ¡Un rábano en el pecho de un valiente, en lugar de una orden militar! Vaya, tía, ¿hay cosa más ridícula?
Palabra del Dia
Otros Mirando