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Con ustedes he guardado consideración porque ésta es mi hermana... y porque se lo merece... y porque usted tiene buen aquel... ¡y porque me ha dado la gana, vamos!... ¿Verdá uté que apetece comérsela? añadió tomando la barba de su hermanita con dos dedos y sacudiéndole la cabeza. ¿No sería una pena que esta naranjita de la China se fuese a sentar en el polletón?
Seguí hablando, cada vez con más empeño y calor, hasta que Paca, a quien advertía inquieta y distraída, me dijo por lo bajo: Señorito, váyase uté... Me paese que hay bronca.
¡Está usted enterao, amigo! respondió Suárez riendo. Malagueñas del riñón mismo del Perchel, cantadas con mucho estilo y con la gracia de Dios. Quedé bastante avergonzado, y observándolo la hermana, me dirigió una mirada cariñosa, diciendo al mismo tiempo: Ahí van peteneras... Por uté.
Esta prima fue la que le diera la carta que ahora me entregaba. Pero ¿cómo sabía usted que era yo y dónde vivía? Verá uté, señorito. Su mersé da casi toíto lo día tre o cuatro paseíto por la caye de San José y mira mu encandilao hasia la parte del convento, ¿verdá uté? Fue mi prima lo ha arreparao y se diho contra sí: «Ete e er señorito de la señorita», y le ha seguío lo paso hata da con la posá.
Si usted se hubiera dirigido a mí, diciéndome: «Gloria ya no le quiere a usted; me quiere a mí», en cuanto lo comprobase convenientemente le dejaría a usted el campo libre y quedaríamos tan amigos, al menos en la apariencia. Alto ahí, amigo. La escena de que uté habla no ha zío preparada por mí, sino por eya. Por empeño zuyo fui a la reha un poco antes de las once.
¿Sabe usted dónde se encuentra el convento o colegio del Corazón de María? pregunté a la buena mujer, viendo, al echar una mirada a la calle, que había tres o cuatro edificios de aspecto eclesiástico. No puedo desirle... Pero aguárdeme uté un momentito, que voy a preguntarlo. Se fue calle arriba y entró en una tienda.
Yo, que sentía la comezón de todos los que aman por explayarme y narrar las menudencias de mis amores, respondí sonriendo: Pues sí... creo que lo estoy un poco. Una mijita, ¿eh? ¿Ve uté como a mí no se me escapa nada? exclamó, rebosando de alegría y triunfo, como si hubiera descubierto un tesoro escondido.
El pobre chico, aburrío, sentó plaza... Y le está muy bien el uniforme, no crea uté, con su chaquetilla azul y su sable arrastrando... Vamos, eso prueba que si quisiera otra vez volver sumiso a sus pies... Matildita frunció la frente con severidad, y con su manecita hizo un ademán dignísimo. El patio de las de Anguita. ¿Qué se le ofrecía a usted, caballero?
Compare, no comprendo esa necesidá; pero si uté lo ziente, no debía darme aviso, porque ahora va a coztarle una mijita más de trabajo. No soy un asesino. Aunque lo que usted ha hecho conmigo es una indignidad..., una porquería, voy a hacerle a usted el honor de batirme con usted.
Los múltiples quehaceres de la casa la obligaban a cada momento a interrumpir la conversación y marcharse. Por último se decidió a sentarse en una mecedora, diciendo: De aquí no me levanto ya lo menos en un cuarto de hora... Digo, a no ser que uté quiera quedarse solo...
Palabra del Dia
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