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Pues no faltaba otra cosa... Y lo que es esta noche te como... No me engatusarás con tus zalamerías». Juan, aunque bien hubiera querido contradecir los optimismos de su padre y amigos, no se atrevió a ello, porque el empuje de aquella opinión era demasiado fuerte para luchar con él. Hasta los últimos días del 74 había defendido la Restauración.

Y por mucho tiempo, en la lobreguez que invadió de nuevo el dormitorio, sonaron las maldiciones del príncipe, alternadas con rugidos de orgullo y angustias de llanto. Al día siguiente persistió su convicción. La gracia pueril de la mañana, que infunde optimismos, fué muda para él. ¿Cómo saber la historia de este suceso sospechado y temido, pero que nunca creyó llegara á realizarse?...

Los franceses habían entrado en Bélgica. «Parece que los boches han recibido un buen golpeEl menor choque de caballería, un simple encuentro de avanzadas, lo glorificaba como un hecho decisivo. «También en Lorena nos los llevamos por delante...» Pero de repente pareció cegarse la fuente de optimismos. En el mundo no ocurría nada extraordinario, á juzgar por los periódicos.

Entre los jóvenes reunidos los había optimistas como Isagani y Sandoval que veían la cosa hecha y hablaban de plácemes y alabanzas del gobierno para el patriotismo de los estudiantes, optimismos que le hacían á Juanito Pelaez reclamar para gran parte de la gloria en la creacion de la sociedad.

Isidro esperaba una explosión de llanto, la protesta de una repugnancia instintiva, y quedó asombrado al ver la inmovilidad del rostro de Feli, sus ojos fijos y tristes puestos en él. Tras una larga pausa, bajó la cabeza en señal de asentimiento. que aceptaba: iría al hospital, pero sin participar de los optimismos del joven.

Le bastaba con leer el comunicado oficial, y este documento sabía esperarlo sin impaciencia, presintiendo que, poco más ó menos, diría lo mismo que el anterior. La fiebre de los primeros meses, con sus ilusiones y optimismos, le parecía ahora algo quimérico. Los que no estaban en la guerra habían vuelto poco á poco á las ocupaciones habituales.

Para amortiguar su pena intentaron embellecer el próximo viaje con reminiscencias románticas y optimismos tradicionales.

Algunas veces entraba a verles la tía Tomasa, animándolos con sus optimismos de anciana alegre. Le placía la conducta de su sobrina: trabajar mucho para no ser gravosa al testarudo de su padre y ayudar al sostenimiento de la casa, que bien lo necesitaba. Pero no por esto había que matarse trabajando. Calma y buen humor; este mal tiempo otro traería.

Este encantamiento o autosugestión desaparecen cuando el juicio ajeno se pronuncia en forma de dejarnos «planchando». Todos nuestros optimismos sobre nuestra propia figura se desvanecen ante aquel abandono que nos sume en el más completo desaliento y en la más profunda de las tristezas.

En mi pecho, muerta la hoguera, restó un puñado de cenizas de la pasada ilusión; y al verme tan olvidado de la mujer que me amó, para luego envenenarme con una negra traición, cuando quise maldecirla con mi pluma y con mi voz, llorando de pena y rabia, la maldije ¡en español...! Y en tu idioma, que es un iris por su fulgencia y color, voy dando a todos los vientos trozos de mi corazón, mis líricos fantaseos, mis optimismos, mi horror por lo prosaico y mis gritos de protesta y rebelión contra todas las limazas, contra el buho y el halcón, contra la sierpe asquerosa que quiere alzarse hasta el sol, contra "chaturas estéticas" que nos roban la emoción, contra Verres coloniales y su dolar corruptor , y contra todos los hombres que hacen tan fiera irrisión del derecho de mi pueblo a ser su único señor... ¡Oh noble Hispania!