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Un lento trabajo que venía minando desde mucho antes, con labor sorda y subterránea, la parte inconsciente de Ferragut hizo de pronto explosión. Siempre que veía á la viuda, este inconsciente se agitaba, presintiendo que la había conocido mucho antes del viaje trasatlántico. Ahora, bajo una luz de fantástico resplandor, los vagos pensamientos se precisaron.

Los más de los servidores del templo vivían moralmente en pleno siglo XVI, en una atmósfera de servilismo y de miedo supersticioso a los superiores, presintiendo lo injusto de su condición, pero sin atreverse a dar forma en el pensamiento a sus vagos intentos de protesta.

Estaba terminando de almorzar, cuando su ayuda de cámara anunció con tono ceremonioso: «El señor profesor NovoaPresintiendo Miguel algo muy interesante para él, recibió al español con una efusión extraordinaria nunca vista por Toledo. ¡Incomparable Novoa! ¿De veras que había almorzado ya? ¡El buen orden de los solitarios de Mónaco!... Entonces, tomaría café con él.

Su afición fue agrandándose al compás del tiempo, y con el transcurrir de los días llegó lentamente a ese fatal estado en que alma, corazón y sentidos llegan a absorberse en la incontrastable atracción hacia una mujer, ella sola, ella única, ella... A fuerza de verídicos, cúmplenos confesar que el ensueño que al marqués inspiraran los sombríos y profundos encantos de la hermosa lectriz, no tomó desde luego la forma de un meditado matrimonio; Pierrepont se hallaba muy lejos de ser un malvado, pero había vivido demasiado en el mundo y precisamente en ese mundo en que los crímenes de amor encuentran siempre complacientes jueces; además, la pasión tiene avasalladoras exigencias, y cuando la mujer entra en juego no hay nunca perfectos caballeros, presintiendo que sería de todo punto imposible obtener de la baronesa un consentimiento trastornador de todos sus planes, un momento se agitó en el alma de Pedro la idea de la seducción, pero ese fondo de honor y rectitud que formaban su carácter íntimo acabó por hablar, imponiéndose, y el amor quedó subsistiendo tan ardiente y más puro.

Y en su fuga había mirado al Sur, como todos los que navegaban en aquella cáscara de acero, presintiendo más allá del círculo oceánico renovado diariamente una tierra remozadora de existencias, donde las vidas destrozadas se contraían virginalmente lo mismo que capullos para empezar el curso de una nueva evolución. La esperanza le había rozado también con su aleteo ilusorio.

respondió Leila turbada y presintiendo la ira de su padre, á la mentira por primera vez llevada; que aunque sencillas alienten la pureza y el candor, para defender su amor las mujeres, todas mienten. ¡No lo sabes! ¡Mas Dios santo! Jucef con fiera sorpresa añadió ¿qué sangre es esa en tu seno y en tu manto?

misma te delatas. ¿Por qué hacerle sufrir? ¿Por qué esa testarudez, que a él le desespera y a ti te hace llorar? Y el muchacho, inclinándose sobre su hermana, la envolvía en sus ruegos o la empujaba los hombros con violencia, presintiendo la gravedad del secreto que ocultaba Mariquita y que él a todo trance quería conocer. Callaba la muchacha.

Y esta alusión al arma, que era como un nuevo miembro siempre unido a su cuerpo, le devolvía su gravedad. Miraba a todos lados con cierto azoramiento. Notábase en su cara el recelo, la costumbre de vivir alerta, sin fiarse de nadie, sin otra confianza que la del propio esfuerzo, presintiendo a todas horas el peligro en torno de su persona. Un gañán atravesó la cocina marchando hacia la puerta.

Y soltaba redonda la mayor de las injurias femeniles. Presintiendo lo que iba á ocurrir, torció Robledo su marcha, avanzando hacia la casa y colocando su caballo ante los últimos peldados de la escalinata de madera. Pero no consiguió verse obedecido ni aún por los hombres más adictos á él, que le habían acompañado en la expedición.

Los devotos aplaudieron, presintiendo la piedad del marinero: iba á salvar á la Virgen. Cuando su barca estuvo cerca de la imagen, cesó de manejar el remo, y, levantándolo en alto, después de mirar á ambas orillas, dió con él un golpe tremendo á la Virgen, que desapareció en un remolino de agua para no flotar más.