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lo que ha hecho Carlos de Navarra, y cómo mientras con una mano recibía los cincuenta mil soberanos de oro convenidos á cambio de dejarnos libre el paso de la frontera, tendía la otra mano á Don Enrique el de Trastamara ó al rey de Francia, recibiendo en ella rica compensación por disputarnos la entrada.

Miró la señora de soslayo a la criada, por ver si esta mostraba entereza de ánimo; pero Rafaela estaba más muerta que viva. «Este bandido pensó Jacinta , nos va a retorcer el pescuezo sin dejarnos chistar». Algo se tranquilizaba oyendo muy cerca el guitarreo y el rum rum de la multitud que rodeaba a los dos ciegos.

Antes de esa edad corremos el riesgo de dejarnos llevar de impresiones fugaces y transitorias. A los 25 años nuestro espíritu ha logrado ya cierto grado de serenidad y nuestros sentidos una dulce calma que no conturba nuestros juicios. Antes, todo es emoción indisciplinada, torbellino de sensaciones, exaltación sin fundamento, inconsciencia, capricho, delirio.

Lo dicho continuó el viejo, no ven ustedes un buey á cuatro pasos.... Pues yo veo que por ese juriaco se nos mete en casa el forastero; que el reló es una trampa que se nos quiere armar para dejarnos á toos en cueros vivos en el día de mañana. Una exclamación de sorpresa fué la contestación del concejo.

¡Pues bien! ¿para qué nos han enviado aquí, parisiense? preguntaron muchas voces con inquietud. ¿Para qué?... con objeto de que reventemos aquí, mientras ellos se reparten nuestra parte de presa. ¡Eso está muy mal hecho! Unicamente, si hubieran tenido un poco de corazón, habrían hecho un agujero en la cala para que nos hundiésemos... en lugar de dejarnos aquí para que nos devoremos como fieras.

Padre, más de tres largas centurias transcurrieron y seguimos libando la hiel del padecer; huyó el león rampante, ensangrentado el lomo, pero vinieron águilas voraces en tropel . Y nuestro pueblo llora, porque es pesado el yugo y protestar no puede, porque es débil su grey, porque los ancestrales todos ya sucumbieron sin dejarnos su aliento, sin legarnos su fe.

De aquí adelante vamos a cerrar todos los libros, menos el FAUSTO mismo, y a emitir nuestro parecer, sin dejarnos guiar por el de nadie.

Hubo que economizar en nuestros gastos, todo aquello de que fuera posible privarse; las relaciones con los propietarios vecinos fueron limitadas, el personal reducido, y la anciana institutriz que había educado a Marta, y que debía terminar su tarea conmigo, tuvo también que dejarnos. Marta, que era siete años mayor que yo, y se disponía a estrenar su primer vestido largo, tomó su lugar.

Lo que nos prohibe la naturaleza es extender nuestras afecciones más allá de nuestras fuerzas; lo que nos prohibe la razón, es querer lo que no podemos obtener; lo que nos prohibe la conciencia no es ser tentados, sino dejarnos vencer por las tentaciones. No depende de nosotros tener ó no tener pasiones, pero depende reinar sobre ellas.

Las afiladas hojas de la fresa silvestre y las entrelazadas ramas de las guayabas, obligaron más de una vez á que se hiciera uso de la cuchilla para dejarnos paso en aquellos estrechos desfiladeros apenas hollados por humana planta.