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Travóse la batalla en puesto igual para todos, con grandes y várias voces, peleándose valerosamente, porque pendia la vida y libertad de entre ambas partes de la victoria de aquel dia. Si los nuestros quedáran vencidos por ser poco prácticos en la tierra, y tener tan lejos la retirada, fuera cierta su muerte, ó lo que se tuviera por peor quedar cautivos en poder de aquellos Bárbaros ofendidos.

Acerca del carácter y costumbres de cada uno de ellos se extendió considerablemente; la hermanita era muy buena niña, amable y obediente; pero los chicos insufribles; todo el día gritando, ensuciando la casa y peleándose. Tenían, además, un hermano, que era el primo que había sido su novio; éste ya era bachiller y se estaba preparando para entrar en el colegio de Artillería.

Acerca del carácter y costumbres de cada uno de ellos se extendió considerablemente; la hermanita era muy buena niña, amable y obediente; pero los chicos insufribles; todo el día gritando, ensuciando la casa y peleándose.

Acerca del carácter y costumbres de cada uno de ellos se extendió considerablemente; la hermanita era muy buena niña, amable y obediente; pero los chicos insufribles; todo el día gritando, ensuciando la casa y peleándose.

Los dos mayores eran ya unos mocetones soberbios. ¡Qué altivez en la mirada cuando se plantaban, con las piernas abiertas, la cabeza echada para atrás, y las manos en los bolsillos de los calzones! Uno y otro parecían decir: «Soy el hijo de mi padre. ¡Venid, pues, a verloTodo el santo día estaban peleándose entre ellos, y el padre mismo era quien los excitaba.

El monaguillo de medio siglo antes era ahora príncipe de la Iglesia y cardenal-arzobispo de Toledo. La vieja Tomasa y él se habían conocido de niños, peleándose en el claustro alto por la posesión de una estampita o haciendo jugarretas a los mendigos que acupaban la puerta del Mollete.

Era vergonzoso que el hombre, que sólo aparecía un instante sobre el planeta, un minuto, un segundo, pues su vida no equivalía a más ante la vida de la inmensidad, pasase este soplo de existencia peleándose con el semejante, robándolo, agitado por la fiebre del despojo, sin gozar siquiera la majestuosa calma de la bestia feroz, que, cuando ha comido, reposa, sin ocurrírsele causar daño por vanidad o avaricia.

Los ayudantes de la limpieza, agarrados a los hierros, presenciaban la corrida, rebullendo y peleándose como monos en jaula para ocupar la primera fila. El viejo los distribuía hábilmente durante la semana al proceder a la limpieza de la plaza.

Suyo era el dinero, nada tenía él que decir; podía derrocharlo por el mundo: pero no hablaba a ningún niño, hablaba a un hombre que tenía corazón y sólo le pedía como preceptor de su infancia, como su más antiguo amigo, que pensase en los sacrificios de su madre, en su exagerada y ruda economía, en las privaciones que se había impuesto, vestida de hábito en todo tiempo, peleándose por un céntimo con las criadas, a pesar de sus aires de gran señora, privándose de esas golosinas y regalos que tanto gustan en la vejez, todo para que su señor hijo se gastara alegremente con una mujer aquella cantidad de la que hablaba don Andrés con respeto, pensando en lo que había costado reunir. ¡Vamos, hombre, que era para morirse el ver tales cosas!...

Ella se siente atraída por todas las cosas grandes: heroísmos, sacrificios, etcétera; pero acabó peleándose con sus superiores y renunció á su bello papel. Alicia, con la mirada y el gesto, parecía apiadarse de su inutilidad. ¿Qué podía hacer yo? Cada vez era mayor mi ruina.