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Maud contempló la formación con mirada irónica, pero de pronto sintióse arrastrada por la alegría general: «Nosotros también». Y tomando el brazo de Ojeda, se introdujo en la fila.

Don Serapio sintiose acometido nuevamente de un rapto marítimo, y sujetando el sombrero con una mano y accionando dramáticamente con la otra, cantó: Dichoso aquel que tiene su casa a flote y a quien el mar le mece su camarote.

Febrer sintióse tentado por la proposición. ¡Ver a Margalida!... Pero el tono de flojedad con que el padre le invitaba y el gesto inquieto con que aguardó su respuesta le hicieron desistir. No; muchas gracias, Pep se quedaba en la torre. Podían creer que cambiaba de vivienda a impulsos del miedo. El payés volvió a mover la cabeza con signos de asentimiento.

¡Qué Ojeda! murmuró Isidro mirando por los cristales . Veremos en qué viene a parar toda esta música. Sintióse sin fuerzas para seguir paseando por la cubierta. El calor había dispersado a las gentes. Todos gozaban la frescura de la siesta, ligeros de ropa, en el interior de sus camarotes o en los encontrados huracanes de los ventiladores del fumadero.

Y de pronto, sin saber cómo, sin que ella hiciera un ademán ni dijera una palabra, clavada por el estupor y la vergüenza, sintióse la señora estrechar en cariñoso abrazo por la niña rubia, y la vocecita fresca, que murmuraba: ¡Oh, tía Silda, tía Silda!

Andas muy triste de algún tiempo á esta parte». Sintióse conmovido por estos recuerdos. Luego se enfureció contra el destino, la Providencia, ó lo que sea, que nos hace insensibles para los que nos aman y nos inflama de amor por los que nos desprecian. ¿Por qué, por qué no he de querer yo á esta niña como ella me quiere? se decía.

Jadeante, se volvió a la tía, desafiándola con la mirada iracunda, pero la consternación de la señora debía ser tan grande, pues enmudeció de estupor, que Quilito sintióse conmovido y su cólera se apagó, como si hubieran derramado agua encima. Perdóneme usted, tiíta Silda, soy un miserable, no lo que me digo.

; te quiero mucho, pero te quiero bueno y piadoso, porque antes que en todo lo demás debemos pensar en nuestra salvación y en hacer el mayor bien que podamos en este mundo. El joven sintiose en aquel momento enternecido, saboreando las gotas de cariño que su amada dejaba caer sobre sus labios.

Se desasió de la mano acariciadora, sintióse movida por el prodigioso resorte de los nervios, lo mismo que si viese su vida en peligro, y huyó de Febrer como si fuese un asesino. ¡Jesús! Jesús!... Saltó, murmurando esta súplica, a alguna distancia de él, e inmediatamente empezó a correr con sus ágiles piernas de campesina, desapareciendo en una revuelta del sendero. Jaime no fue tras ella.

-Vamos de priesa -respondió uno de los encamisados- y está la venta lejos, y no nos podemos detener a dar tanta cuenta como pedís. Y, picando la mula, pasó adelante. Sintióse desta respuesta grandemente don Quijote, y, trabando del freno, dijo: -Deteneos y sed más bien criado, y dadme cuenta de lo que os he preguntado; si no, conmigo sois todos en batalla.