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Las matronas le encontraban muy distinguido. «Se ve que es persona bienCamareros y tripulantes hacían una relación exagerada de su riqueza y sus estudios. Algunas jóvenes que navegaban hacia Europa con la imaginación en pleno hervidero novelesco, se contraían decepcionadas al saber que el héroe era casado y tenía un hijo.

Entonces, en la mayoría de los buques se deducían la situación más por conjeturas que par cálculos; los instrumentos de navegación empleados por la generalidad de los marinos tenían errores de grados enteros. Claro que en Londres y en Liverpool había ya admirables sextantes y círculos de reflexión; pero muchos capitanes no sabían usarlos y navegaban a la antigua.

El Capitán miró hacia el Sur, e hizo un ademán de disgusto. ¡Ya lo que eran los fanales que vimos anoche! exclamó . En efecto, se trata de aves de rapiña de las más peligrosas. A siete u ocho millas al Sur se veían, no dos aves de rapiña, sino dos embarcaciones, que navegaban de conserva siguiendo la misma ruta que la chalupa.

Pero la tartana, teniendo sobre las dos escampavías una ventaja de marcha positiva, desapareció bien pronto detrás de la punta de la torre que avanzaba mucho sobre el mar; y no fue hasta después de un cuarto de hora de navegación que los guardacostas que navegaban en las mismas aguas, desaparecieron también a los ojos de la multitud, ocultos por el promontorio.

Tomaron las armas, y bien apercibidos aguardaron lo que las diez y ocho galeras intentarian, que venian á dar sobre las nuestras. Estas diez y ocho galeras eran de Genoveses, que ordinariamente navegaban aquellos mares, porque su valor, ó codicia les llevaba por lo mas remoto de su Patria, como á los Catalanes de aquel tiempo.

Mientras el día siguiente navegaban viento en popa, se levantó una espesa niebla, y cubiertos de ella se acercaron tres navíos holandeses, los cuales con grande estrépito y ruido de batalla los arrestaron, disparándoles un tiro de artillería y estuvo á pique de haber un combate sangriento de ambas partes, defendiendo los unos sus haberes y las grandes esperanzas con que se habían embarcado, y los otros, esperando hacerse ricos con un cuantioso despojo; mas como los españoles al cargar sus navíos de registro, no observen la común medida del peso que á proporción del buque se debe cargar, sino que meten más géneros de los que caben, añadiéndose á esto la gruesa cantidad de provisiones para seis ó siete meses, de ahí nace ir tan hundidos en el agua, que sólo llevan fuera lo que es preciso para que se mantengan en ella, quedando inútil la más de la artillería para pelear, por ir las andanas dentro del agua.

Aparte de ellos, sólo quedaban los carabineros instalados en el cuartelillo y varios calafates que hacían resonar sus mazos sobre el casco de una goleta encargada por los hermanos Blanes. Todos los hombres estaban en el mar. Unos navegaban hacia América tripulando los bergantines y bric-barcas de la costa catalana. Los más tímidos é infelices pescaban.

Soplaban dulces y amorosos vientos, Todos en popa, y todos se mostraban Al gran Viage solamente atentos. Las sirenas en torno navegaban, Dando empellones al bagel lozano, Con cuya ayuda en vuelo le llevaban. Semejaban las aguas del mar cano Colchas encarrujadas, y hacian Azules visos por el verde llano.

Habían notado los ingleses que, en las borrascas de la India navegaban largo tiempo sin adelantar un paso, encontrándose después de ellas en el mismo sitio donde les habían cogido.

Y en su fuga había mirado al Sur, como todos los que navegaban en aquella cáscara de acero, presintiendo más allá del círculo oceánico renovado diariamente una tierra remozadora de existencias, donde las vidas destrozadas se contraían virginalmente lo mismo que capullos para empezar el curso de una nueva evolución. La esperanza le había rozado también con su aleteo ilusorio.