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En el Libro de Propios de la Ciudad de dicho año se cita á Juan Bautista de Aguilar «como maestro de las invenciones de los cuatros carros de representación que se hicieron para la fiesta del Corpus del mencionado año. En el mismo figuran Diego López y Pedro de Aguirre, el primero como autor de la danza «Los indios

En el fondo había un edificio de aspecto monacal, fachada ennegrecida por el tiempo y ventanas cubiertas con persianas, como ojos cerrados, y al que se subía por una escalera de cuatros escalones verdosos á causa de las lluvias. Marenval llamó y un timbre resonó en la casa turbando el silencio con un ruido sacrílego.

Nené traviesa. ¡Quién sabe si hay una niña que se parezca a Nené! Un viejito que sabe mucho dice que todas las niñas son como Nené. A Nené le gusta más jugar a «mamá», o «a tiendas», o «a hacer dulces» con sus muñecas, que dar la lección de «treses y de cuatros» con la maestra que le viene a enseñar. Porque Nené no tiene mamá: su mamá se ha muerto: y por eso tiene Nené maestra.

Uno de ellos, aburrido de su inmobilidad en la movilidad del tren, propuso una partida de monte, con apuestas de menor cuantía. A falta de naipes nos rogó á todos que le diésemos nuestros billetes de trasporte, y con ellos arregló, pintando números en los reversos blancos, cuatro pares de ases, doses, treses y cuatros.

El dueño de aquella casa era don Gaspar Villarroel, caballero viudo, riquísimo propietario de haciendas en casi todas las regiones de España, accionista del Banco, tenedor de sumas enormes en dollars norteamericanos, en cuatros de la Deuda francesa y en treses de la de Inglaterra: y aquellas sombrillas olvidadas, las labores que por las ventanas se veían y los cantares llenos de poesía eran de Helena, su hija única, de veinte años, que andando el tiempo había de ser muchas veces millonaria.

A un corto tiro de este punto se encuentra el primer campo sembrado de Exaltacion, distante dos jornadas todavía del sitio donde está la aldea: los plantíos de este campo, que vigilan cuatros indios cuya casucha se ve allí cerca, se componen de plátanos y de cacahuales.

«¡Cuando yo decía que el número era de los más bonitos...! manifestó D. Baldomero con orgullo . En cuanto el lotero me lo entregó, sentí la corazonada». Como bonito... agregó Estupiñá , no hay duda que lo es. Si tenía que salir, eso bien lo veía yo afirmó Samaniego con esa convicción que es resultado del gozo . ¡Tres cuatros seguidos, después un cero, y acabar con un ocho...! Tenía que salir.