United States or Turks and Caicos Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Se suponía que de magia natural, astrología y alquimia sabía cuanto podía saberse en su tiempo, y que él además, a fuerza de estudios, meditaciones y experiencias, había descubierto grandes misterios y secretas propiedades y leyes de las cosas creadas, de lo cual revelaba algo a sus contemporáneos y ocultaba mucho, por considerar que el humano linaje no alcanzaba aún la madurez y la capacidad, convenientes para que pudiera confiársele sin profanación o sin gravísimo peligro la llave de aquellos temerosos arcanos, de los que sin embargo, se valía él para aliviar muchos males, corregir muchos vicios y mejorar la condición y la suerte de sus semejantes, los demás hombres.

Y por último, la aspiración enérgica del espíritu a meditar tristemente ante la inmensidad del oceano que nos revela los arcanos de lo infinito, obtiene respuesta adecuada, sino cumplida, en las riberas del estanque grande. Aquí, sin embargo, se ofreció una pequeña dificultad.

En los largos episodios que tendrá tan dilatado viaje, irá aprendiendo todos los arcanos de la naturaleza, o, por mejor decir, los irá sorprendiendo o conquistando, pues, o ella habrá de suspender su acción, o en los ocultos elaboratorios de sus entrañas han de tener sucesivamente en perdurable y estudiosa visita a tan curioso como perseverante observador.

Si esas piedras pudiesen decir lo que han visto; si esta tierra pudiese hablar, ¡cuántos crímenes, cuántas agonías, cuantas lágrimas, cuántos gemidos, cuántos arcanos y cuántos y cuán graves remordimientos vendrian á caer sobre la conciencia de Paris!

Y dando una gran palmada con su mano de Esaú, extendida sobre los papeles que tenía delante, dijo solemnemente, con cierto aire de reserva dignísima que indicó al señor Pulido que tras el biombo de la mesa estaba el biombo de las cejas del diplomático, custodiando dentro de su frente arcanos misteriosos que a él no le era dado penetrar: Mira, Pulidito, dejemos ya eso... Los secretos míos puedo confiarlos a un amigo; los ajenos, jamás... Para tu tranquilidad y tu gobierno, te diré, sin embargo, dos cosas... Primera, que anoche estuvo Antonio Cánovas conferenciando conmigo en esa misma silla en que estás sentado, hasta las cuatro de la mañana...

Eso no es hablar ni del mundo, ni del hombre; eso es hablar de Dios, de un Dios grande, inmenso, prodigioso, guardado por un velo, recatado por una nube, porque se habla de un Dios incomprensible por su grandeza, por su excelsitud, por su gloria, por su maravilla, por su poder; un Dios que no es tan Dios por lo que de él se sabe, como por todo lo que se ignora; un Dios que es menos Dios por su magnificencia que por sus arcanos; menos por la luz que hierve en la esfera del astro, que por la sombra que pone el poeta alrededor de su trono, aquella sombra que es el arte infinito de la eternidad.

Conocemos muchas propiedades y aplicaciones de la luz, pero ignoramos su esencia; conocemos el modo de dirigir y fomentar la vegetacion, pero sabemos muy poco sobre sus arcanos; conocemos el modo de servirnos de nuestros sentidos, de conservarlos y ayudarlos, pero se nos ocultan los misterios de la sensacion; conocemos lo que es saludable ó nocivo á nuestro cuerpo, pero en la mayor parte de los casos nada sabemos sobre la manera particular con que nos aprovecha ó daña. ¿Qué mas? calculamos continuamente el tiempo, y la metafísica no ha podido aclarar bien lo que es el tiempo; existe la geometría, y llevada á un grado de admirable perfeccion; y su idea fundamental, la extension, está todavía sin comprender.

El arte no tiene otro recurso que llegarse á la ciencia, que pedirla sus pensamientos, sus conjeturas, sus arcanos; no tiene otro recurso que llegarse á la fe, para que le inspire con sus creencias y sus esperanzas, y copiar en el libro, en el edificio y en la estátua, las esperanzas de aquella fe, y los arcanos de aquella ciencia.

Pero atendida la inmensidad de la escala que la experiencia nos pone á la vista, podemos conjeturar que la naturaleza es mucho mas rica de lo que nosotros nos imaginamos. Dejémosle sus profundos arcanos, y contentémonos con sospechar que existen.

Así sucedía en mi lugar con una mujer que llamaban Juana la Larga, la cual murió ya; y es muy cierto que ha dejado una hija heredera de sus procedimientos arcanos: pero el genio no se hereda, y la hija de Juana la Larga no llega, ni con mucho, adonde llegaba su madre: es mucho menos larga en todo, como lo reconocen y declaran cuantas personas competentes han conocido a la una y a la otra.