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Respetar debe el rey la honra del vasallo, como el vasallo honra y reverencia la excelsitud del rey. ¿Conque no hay esperanza ninguna para ese pobre mancebo enamorado? Yo le desenamoraré. ¡Ah! Difícil lo veo. Le trataré... Como tu corazón te deje tratarle...

Si así fuese, podríamos añadir una parte y una excelencia más al famoso libro del Padre Peñalosa, titulado Cinco excelencias del español que destruyen á España. No quiero, pues, en serio, atribuir á tal causa nuestra pasada excelsitud y nuestro hundimiento presente.

Y mientras la joven calípiga continuaba encareciendo los primores de aquella industria en que se había metido, la Bringas oíala con algún interés, perdonando quizás el vilipendio de la persona por la excelsitud del asunto que trataba.

Eso no es hablar ni del mundo, ni del hombre; eso es hablar de Dios, de un Dios grande, inmenso, prodigioso, guardado por un velo, recatado por una nube, porque se habla de un Dios incomprensible por su grandeza, por su excelsitud, por su gloria, por su maravilla, por su poder; un Dios que no es tan Dios por lo que de él se sabe, como por todo lo que se ignora; un Dios que es menos Dios por su magnificencia que por sus arcanos; menos por la luz que hierve en la esfera del astro, que por la sombra que pone el poeta alrededor de su trono, aquella sombra que es el arte infinito de la eternidad.

Lo repetimos: la Catedral es un museo, un archivo, una biblioteca inmensa, donde el artista, el poeta, el arqueólogo, el historiador, todos los que aman el pasado, encontrarán inagotables tesoros. Pues si la consideramos ya como edificio, como obra de arquitectura, como templo gótico, ¡qué nuevas maravillas, qué riqueza, qué grandiosidad, qué excelsitud!.....

Y verbenas y anémonas y lírios, llenos de excelsitud y de poesía, rociados con mi llanto fueron contigo, ¡Emula!, al Camposanto... Me prestas la sonrisa encantadora que el pecho desgarrado necesita para aplacar los ayes que vomita del terrible dolor que le devora.

Le diría a mi madre: ¡Madre mía, pon tu albo traje, alégrate sin tasa; ya tenemos los dos, de noche y día, Un milagro de Dios en nuestra casa! Dios ha puesto en el arco de tus cejas la excelsitud de un arco-iris santo, igual que pongo un borbotón de canto en una lira de cadencias viejas.

Y al sentirse empujada al descanso y a la dulzura, Carmen subía su sacrificada voluntad a la excelsitud del propósito encendido en su alma, y sus labios, plegados en muda queja, musitaban: Quiero ser santa..., quiero serlo. La miraba Salvador aquella tarde sin reproches ni desvíos, adivinando toda la tormenta ruda y callada de aquel inocente espíritu.

A distancia la amé, porque quería vaciar en un romántico latido la excelsitud del ideal florido, su esencia de suprema poesía. En silencio la amé porque temía que mi orgullo tenaz fuese vencido, que se mofara de mi pecho herido ¡y sólo fuera mi ilusión de un día! ...Pero el disimular inútil era, pues no se oculta una pasión sincera con grávidas cadenas o cerrojos.