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Patricia se permitió la confianza de poner su mano en el hombro de su ama, diciéndole: «Ahora que nos podemos acostar. ¡Qué susto hemos pasado!». Fortunata le respondió: «¿Susto yo?... ¡quia!». Todo esto se decía con un cuchicheo cauteloso, y lo mismo lo habrían dicho aunque no hubiera allí un enfermo cuyo sueño había que respetar.

El gobernador que ésta nombró para Laycacota, viéndose sin fuerzas para hacer respetar su autoridad, entregó el mando a don José Salcedo, que lo aceptó bajo el título de justicia mayor. La Audiencia se declaró impotente y contemporizó con Salcedo, el cual, recelando nuevos ataques de los vascongados, levantó y artilló una fortaleza en el cerro.

Lleno de furor el jefe español mandó pasar á cuchillo, además de los prisioneros, á gran parte de inofensivos vecinos, sin respetar sexo ni edad.

¿Acaso no tenía el reciente recuerdo de su repugnancia y de su terror al sentir sobre su frente mis labios? No, yo debía respetar aquella pasión viva; yo no debía ser infame; yo no debía cobrar mis beneficios a tanta costa para Amparo. Pero no pude resistir a una tentación.

Y también pensaba que soy merecedor de que usted no me trate así, don Melchor. ¡Pero qué pretende usted?... ¿Qué se ha figurado? exclamó Melchor parándose un instante frente a Baldomero en actitud amenazante. Cálmese, don Melchor, si yo no le falto... yo respetar a la gente... pero estos señores parece que se van a ir con mala impresión... ¡Mejor para ellos!

La desenfrenada codicia de los bárbaros usurpadores los empeñaba en pillarlo todo, sin respetar los templos; en ellos derramaban la sangre humana sin distincion de sexos, ni edades.

Juanita, además, sin que nadie la acompañase ni mirase por ella, había pasado de la niñez a la mocedad en medio de las calles y en trato y conversación con toda clase de personas. Nadie, sin embargo, se le había atrevido, porque ella sabía hacerse respetar, y ni las personas maldicientes habían formulado nunca contra ella una acusación fundada que pudiera, en manera alguna, deslustrar su decoro.

Cerca de Játiva el valle se estrecha notablemente entre los cerros escarpados que por todos lados lo dominan, y sobre cuyas eminencias se destacan, como nidos colosales suspendidos de las rocas, los escombros de algunos castillos feudales, testimonios que el tiempo ha querido respetar en parte para recordarle al viajero la impotencia de las civilizaciones fundadas en la fuerza y el aislamiento egoísta.

Conviene hacerse respetar y temer. Conviene que sepan quién eres. Lo que yo te aconsejo es que tengas mucho cuidado con lo que haces, porque si castigas a doña Inés sin precaución, la justicia te empapelaría como un ochavo de especias, y hasta te podría meter en la cárcel o enviarte a presidio. No pretendas asustarme.

El guerrero afortunado, el conquistador que funda un trono, no necesita del sacerdote: le basta con su espada y el prestigio de sus hazañas. Pero al aproximarse la hora de la muerte, piensa en sus herederos, que no dispondrán como él de la gloria y el miedo para hacerse respetar, y entonces, atrayéndose al sacerdote, toma a Dios por aliado misterioso que velará por la conservación del trono.