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Frecuentaba la casa, los acompañaba algunas veces en sus paseos, les demostraba un afecto paternal y les prestaba los servicios que podía y en todo caso el auxilio de su experiencia. ¡Cuántas veces, sorprendiendo sin querer alguna caricia furtiva, se le rasaron los ojos de lágrimas recordando los contados días de su dicha conyugal! Mario lo observaba y le hacía una seña a Carlota.

El local de sus embajadas era siempre la cocina, con gran peligro de que el terrible Desnoyers llegase hasta allí en una de sus evoluciones de hombre laborioso, sorprendiendo al intruso. Doña Luisa lloraba, conmovida por las dramáticas palabras del mensajero. ¡Qué podía hacer! Era más pobre que sus criadas; joyas, muchas joyas, pero ni un franco.

En los largos episodios que tendrá tan dilatado viaje, irá aprendiendo todos los arcanos de la naturaleza, o, por mejor decir, los irá sorprendiendo o conquistando, pues, o ella habrá de suspender su acción, o en los ocultos elaboratorios de sus entrañas han de tener sucesivamente en perdurable y estudiosa visita a tan curioso como perseverante observador.

Tardó el millonario algún tiempo en recobrar su calma, y al reanudar el relato pasó de un salto á la escena final de su novela amorosa, á la última entrevista con Judith dos noches antes, en aquel hotelito de Biarritz donde había pasado los mejores veranos de su vida. Sánchez Morueta había llegado sin avisarla, sorprendiendo al monsieur Jules casi ocupando su sitio.

Muy halagüeño es sin duda, despues de domado el ímpetu de las pasiones, vivir lejos del bullicio de la capital, conversar con Dios en medio de esa agreste soledad, solazarse inocentemente á la orilla de ese rio, sorprendiendo entre las espumosas ondas que se quiebran en los peñascales á los incautos pececillos... Pero ¿y si llega un dia en que un rey poderoso decrete la persecucion y el esterminio de todos los cenobitas?... Pues ese temido instante llega en efecto.

Ulises y su segundo pensaron en las grandes catástrofes ignoradas por la Historia: la tempestad sorprendiendo al éxodo navegante, las flotas enteras de rudas balsas sorbidas por el abismo en unos minutos, las familias muriendo abrazadas á sus animales domésticos cuando iban á intentar un nuevo avance de su embrionaria civilización.

Hombre, es divino ¡es divino! masculló el mozalbete entre dientes, riéndose más bien con los ojos que con la boca . ¡Lance igual! Estará chistoso Miranda; estará chistoso. Artegui le miraba fijamente, sorprendiendo en sus pupilas la risa indiscreta. Con solemne seriedad, le interrogó: ¿Es usted amigo de Don Aurelio Miranda?

La gente se arremolinó hacia uno de los ángulos; las mujeres chillaban; los hombres se precipitaban para introducirse en el lugar de la gresca: por algunos momentos reinó espantosa confusión en el baile. El motivo era que un hombre, sorprendiendo á su mujer allí, la estaba dando de bofetadas.

Veo lanzas y arcabuces, veo picas y banderas; oigo vítores y pasos en ruidosa confusión, desfilando por mi mente las legiones altaneras de Legazpi y de Salcedo, Lavezares y Chacón. A mis ojos con visiones de centurias idas brindo y me abstraigo de las gentes y costumbres de mi edad, sorprendiendo a don Alonso cuando, al pié del tamarindo, de su esposa Catalina castigó la liviandad.

Dad a Dios lo que es de Dios, y a la botica lo que a la botica pertenece, y no mezcléis berzas con capachos, o sea santidades con vomitivos. Más, mucho más hubiera dicho el discreto clérigo, si en lo mejor de su perorata no entrase Tablas, sorprendiendo a todos con los buenos días que dio desde la puerta.