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Vió a Nébel, lanzó una exclamación, y ocultando con sus brazos la liviandad doméstica de su ropa, huyó más velozmente aún. Un instante después la madre abría el consultorio, y acogía a su antiguo conocido con más viva complacencia que cuatro meses atrás.

Cuando estuvo concluida la carta, que no fué sino mucho después del amanecer, porque la duquesa había pensado mucho, había rayado muchas palabras, que por la delicadísima índole del asunto, la habían parecido inconvenientes, resultó lo que sigue: «Señor, que no puedo llamar de otro modo al que tiene por una casualidad desdichada mi honra y mi vida, que todo es uno, en sus manos: Yo quiero creer que sois noble y generoso, y que será verdad que no me habréis comprometido valiéndoos, para hacer llegar á mis manos la carta vuestra que contesto, de la liviandad de una de mis doncellas, á quien yo creía por cierto más honrada.

10 Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus heredades a quien las heredará, porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 11 Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.

Estaba convencida de que la cortejaba, pero con tal comedimiento, que no le era fácil decidir la disposición de ánimo que debía adoptar respecto de él: el mucho agrado pudiera parecer liviandad, la esquivez fuera grosería, y despedirle con cajas destempladas era exponerse a que él la pusiese en ridículo encogiéndose de hombros, o acaso diciéndole claramente que se había hecho ilusiones.

El designio de esta Obra es mostrar primero la insuficiencia, liviandad, y poca subsistencia de la Filosofía Aristotélica de las Escuelas, despues cargar contra Aristóteles, contra sus Escritos, y contra su doctrina.

Braulio, que ha sido siempre tan hurón, buscaba al Conde y charlaba con él y jamás tenía celos de que hablase contigo. ¿Quién hubiera podido imaginar que los celos viniesen de repente, a deshora y cuando menos se temían? Inés, Inés, tu falsía ha sido espantosa, y sólo comparable con tu liviandad. Toda injuria que me dirijas ahora la llevaré con paciencia.

LEONOR. Por él, don Nuño, es verdad; por él con loca impiedad el altar he profanado. ¡Y yo, insensata, le he amado con tan ciega liviandad! NU

Después, poco a poco y al compás que él iba siendo más atrevido y más explícito, fueron despertándose en aquellas ideas, pasiones o inclinaciones, pues no cómo las llame, que siempre, a pesar del freno religioso y a falta del freno del orgullo y del decoro en este particular, han hecho de lo que rudamente podemos llamar una mujer liviana, o más bien han impedido que yo no quiera, ni pueda, ni logre nunca desechar de la liviandad primitiva.

El dinero que las mujeres le costaban entregábalo sin vacilaciones ni remordimientos, como si todos sus trabajos y desvelos, sus grandes y continuos cálculos para extraer el jugo a los negocios no tuviesen otra significación ni otro destino que el de adquirir combustible para aumentar el fuego de su liviandad.

Don Braulio había de ser personaje de primera magnitud sin mancharse las uñas, e Inesita había de ser condesa, marquesa, y quién sabe si duquesa, sin la menor liviandad y con todos los requisitos eclesiásticos y civiles.