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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Don Baltasar encontró llano lo que había creído insuperable, fácil lo imposible, próximo lo que nunca podía llegar, trocado en ventura lo que antes sólo había sido para él angustias y desvelos, y desesperación y lágrimas, que a tanto puede llegar un error creído verdad por el deseo. ¿Pues cómo a ese cruel enemigo de mi madre y mío, no se le representó que una señora tan de tal nobleza y tal y tan grande crianza como lo era mi madre, no podía dar en la liviandad de asistir a una música que un mal respetador de su honra la daba, en sus miradores, y dejándose ver, y aun no sola, sino acompañada de sus doncellas, como para hacerlas testigos de su desvergüenza?

Encuéntranse personas exentas de liviandad, de codicia, de envidia, de odio, de espíritu de venganza; pero libre de esa exageracion del amor propio, que segun es su forma, se llama orgullo ó vanidad, no se halla casi nadie, bien podria decirse que nadie.

Los padres que opinan de otro modo están engañados, y mil desgracias que ocurran cada dia, vienen real y positivamente, menos de la liviandad de los hijos, que de aquel engaño de los padres. ¡Quitarles el alpiste, para que vivan encerrados en la jaula! No; eso no es tener hijos; eso es tener cautivos ó esclavos; eso no es ser padres; eso es ser carceleros.

Fue la primera condición, ya cumplida, que una mujer de veinte años, discreta, briosa y apasionada y de la más baja clase del pueblo, viese a los tres mancebos encantados, que son los más hermosos que hay en el mundo, salir desnudos del baño, y que la limpieza y castidad de su alma fuesen tales que no se turbasen ni empañasen con el más ligero estímulo de liviandad.

Pues qué quando veo un cuero, ó mal discreta Y vana fantasia, asi engañada, Que á tanta liviandad estás sugeta! Pienso que el piezgo de la boca atada Es la faz del poeta transformado En aquella figura mal hinchada. Y quando encuentro algun poeta honrado, Digo, poeta firme y valedero, Hombre vestido bien y bien calzado,

Determinémonos, amiga del alma, a poner a Electra donde no vea ejemplos de liviandad, ni oiga ninguna palabra con dejos maliciosos... EVARISTA. Donde respire el ambiente de la virtud austera... PANTOJA. Donde no la trastorne el zumbido de los venenosos pretendientes sin pudor... En la crítica edad de la formación del carácter, debemos preservarla del mayor peligro, señora, del inmenso peligro...

En lo de tomar justa y sabrosa venganza los maridos ultrajados, el divino don Pedro había discurrido como nadie y sin quitar a «El castigo sin venganza» y otros portentos de Lope el mérito que tenían, don Víctor nada encontraba como «El médico de su honra». Si mi mujer decía a Frígilis fuese capaz de caer en liviandad digna de castigo....

«No me esperaba esta satisfacción, que casi es una promesa se decía paseando desde la sala al despacho y viceversa : nos acercamos al momento supremo de la crisis. Lo que me figuré: casada por despecho, y arrepentida. Me quiere... y le falta valor... lo cual prueba que no es mala. Yo tengo la culpa de todo. ¡Qué lucha habrá sostenido la pobre consigo misma! ¡Qué noche habrá pasado! Porque... vamos a cuentas: si se ha casado, aunque me quiera, por fuerza ha de costarle trabajo hacer traición... traición, no; pero, en fin, engañar al otro. Lo que en realidad no es más que la vuelta al primer amor, creerá ella que es una liviandad imperdonable, y no le faltará razón, pero ¿a qué? Yo no soy el marido. Por supuesto que si no hay tal marido, si sólo se trata de un amante, y le deja por , ella tiene que considerarse como una mujer que va de hombre a hombre, como hueso de perro a perro, o baraja de mano en mano. En fin, me parece que está al caer. Lo cierto es que nosotros somos responsables de todos los pecados, desórdenes y zorrerías que cometen las pobres mujeres.

Por más que el gran Rossini sostenga que aquel día oyó la misa con devoción, yo no lo creo. Es más; se puede asegurar que ni cuando el sacerdote alzaba en sus dedos al Dios sacramentado, estuvo Plácido tan edificante como otras veces, ni los golpes de pecho que se dio retumbaban tanto como otros días en la caja del tórax. El pensamiento se le escapaba hacia la liviandad de las compras, y la misa le pareció larga, tan larga, que se hubiera atrevido a decir al cura, en confianza, que se menease más. Por fin salieron la señora y su amigo.

La vida de provincias, ofreciendo al coquetismo un campo muy restringido, permite que estas diablesas entretengan su liviandad y desplieguen sus dotes de seducción en el terreno eclesiástico, toleradas por el clero, que a toda costa quiere atraer gente, venga de donde viniere, y congregarla y nutrir bien los batallones, aunque sea forzoso admitir en ellos para hacer bulto lo peor de cada casa.

Palabra del Dia

rigoleto

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