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Esto lo decía Bonis con los ojos estúpidos clavados en el rostro risueño y soez de la moza; lo decía con una voz y un tono como los que emplean los cómicos al despedirse del pícaro mundo al final de un tercer acto, cuando están con el alma en la boca y un puñal en las entrañas. El agua le calmó y dio cierta fuerza. Pudo levantarse y despedirse. No pensó en dar explicaciones ni disculpas.

Según su opinión, esos poetas modernos no quieren convencerse de que, para imitar á los antiguos, han de adornar sus escritos con sentencias morales y con enseñanzas para la vida, deberes de los más propios del buen autor cómico, aunque su objeto principal sea mover la risa; al contrario, los escritores de comedias hacen escaso alarde de su buen gusto, y demuestran lo limitado de su instrucción literaria, desenvolviendo sus planes sin orden ni regla alguna y sin otra norma que su capricho, y siendo ésta la causa de que, gentes que apenas saben leer, como el sastre de Toledo, el pañero de Sevilla y otros estúpidos é ignorantes personajes del mismo jaez, se atrevan á escribir comedias.

¡Unas puertas cocheras! Ocupan la mitad de la cara... ¡Eso, unos ojos!... No tienen vida ni llama; son negros y estúpidos como bocas de horno... Yo tengo los ojos grandes, es verdad, pero no desmesurados. Es preciso que, en una cara, esté todo proporcionado. Además, yo no tengo esa fisonomía de una legua; mi óvalo es más bien un poco corto. Parece que se ha propuesto desfigurarme.

Gran trabajo me costó reprimir una expresión de horror viendo á aquella masa humana acercarse á mi, teniéndose alternativamente en una y otra pierna. El monstruo me hizo seña de que esperara, y después se paró delante de , contemplándome fijamente los estúpidos ojos y dándome con el resuello en la cara.

Se acababa la separación, se acababan los celos estúpidos a un miserable que no había de resucitar y al que ella no había querido; se acababa el rencor por una desgracia de la que no tenía culpa alguna. Huirían de allí. Despreciaba a aquella tierra tan profundamente, que no quería ni hacerla daño. Abandonarla era lo mejor; poner entre ella y ellos muchas leguas de tierra, muchas leguas de agua.

A veces Adán recordaba el manzano del Paraíso y la serpiente enrollada á su tronco que había dado consejos á su mujer, inspirándole estúpidos deseos. Pero al contemplar luego su huerto, se encogía de hombros. La obra de sus manos le parecía más firme y de mayor porvenir que la creación improvisada del Paraíso. Podía sentirse orgulloso de su obra continuó el viejo , pero su trabajo le costaba.

Pues allí están los rusos y los austriacos. ¿Sabes cuál es su intención? Pues quieren cortarnos el camino de Viena, para lo cual tendrán que bajar de la colina de Pratzen y situarse entre nuestra derecha y los pantanos. ¡Mira si son estúpidos! Eso precisamente es lo que quiere el Emperador, y todo lo dispone de modo que parezca que nos retiramos hacia Viena.

Yo podría si quisiera; pero no quiero, porque, al fin y al cabo, no estoy tan limpio como debiera estarlo, de la culpa de los estúpidos extremos de tus padres al nacer tu infeliz hermano. ¡Ah, si yo hubiera tenido entonces un poco más de carácter y no me hubiera dejado vencer de ciertas debilidades!... En fin, ya no tiene remedio.

Vista así la nave del Estado, diríase que de tortuga se convertía en cangrejo cada vez que un peligro se acercaba. Pero, capitan, ¿por qué sus estúpidos timoneles se van por ese lado? preguntaba muy indignada la señora. Porque allí es muy bajo, señora, contestaba el capitan con mucha pausa y guiñando lentamente el ojo.

Veíamos salir y entrar las barcas; veíamos a los chicos que se chapuzaban, desnudos, en la punta de Cay luce, y a los pescadores de caña haciendo ejercicio de paciencia. Los pescadores nos conocían. ¡Qué sorpresa cuando aparecía, al final de un aparejo, un pulpo con sus ojos miopes, redondos y estúpidos, su pico de lechuza y sus horribles brazos llenos de ventosas!